¡No puedo, doña Emilia!

Las asistentes se hacían seña y se miraban entre sí, tratando de no hacer ningún ruido, ya que la Matriarca, aun estando de espaldas, podía saber muy bien si quienes estaban detrás hablaban o se comunicaban a través de algún otro medio.

Sin embargo, ni comunicándose en silencio, se libraron de las p...

Inicia sesión y continúa leyendo