Capítulo 5 5

—¡Te dije que no debías venir! —A pesar de su tono de voz, no se sentía el enojo en sus palabras. Davide lo tomó completamente por sorpresa la aparición de su novia en medio de su boda.

—Lo siento… ¡No me resistí!

—Rosel, no tenías que ver esto—Davide dejó una mano en el vientre de su novia y luego la besó, son sus labios recogió las lágrimas de la mujer, ella lo tocó con sus manos, recostando su cabeza contra su pecho.

—Tenía miedo de perderte aquí, de que te fueras con ella y nos abandonaras.

—Rosel, jamás los abandonaré, me duele que pienses eso. Eres mi vida, tú y ese bebé.

—Pero tu familia…

—Eres más importante que ellos o lo que ellos piensen o me digan que haga. Ya hablamos esto—y ambos estuvieron de acuerdo. Davide no se negaría a casarse, pero le hizo la promesa a su novia de que sería una boda de papel, tan solo eso.

—¿Sigue en pie tu promesa?

Davide sentía el miedo de ella, sus dudas, el dolor en su voz.

Habían llegado a un acuerdo y él vendría a la boda, porque sabía que sus padres estaban presionando cada vez más, sin aprobar la relación que él tenía con Rosel. Lo que le preocupa era que ahora todos sabían que ellos dos estaban esperando un hijo.

Esperaba un ataque de parte de su familia, de parte de su madre que era la que más presionaba, pero por ahora no quería preocuparse por ellos, solo pensar en Rosel, en ella y el bebé que estaban esperando, ya tenía casi seis meses de embarazo y en su vientre había un niño.

—Rosel, sigue en pie mi promesa, eres la única mujer que amo y a la que siempre amaré, ¿no te ha quedado claro? —sostuvo su rostro con toda la ternura del mundo, única mujer, única persona a la que Davide le mostraba su verdadera esencia, su corazón, sus emociones.

La persona que lo había salvado de una vida miserable, vacía y gris.

Ella era su sol, su todo.

—Repítelo, por favor— pero conforme supo que él tendría que casarse, le llovieron las inseguridades y temía a que un día Davide tan solo desapareciera, quedándose en Italia, con su vida despampanante, su familia, su empresa, y se olvidara de ella, de ellos dos. Ese miedo se hacía cada vez más grande, la acechaba en las noches y a veces no la dejaba dormir. Se sentía fatal por no confiar en él, por dudar, por temer, pero conocía el corazón de Davide y la culpa con la que él cargaba, teniendo una gran atadura a su familia por algo del pasado.

Ella solo era una mesera que se enamoró de su cliente más fiel, sin saber que este ya sentía lo mismo y el único motivo de que siguiera yendo allí solo era por ella.

—Rosel, te prometo que eres y serás la única mujer en mi vida, en todos y cada uno de mis días. Te amo y no cambiará eso jamás. Mi boda es de papel, tú eres mi mujer—Y la besó, en ese momento llevándose todos sus miedos—. Salgamos de aquí, este no es un lugar para nosotros.

Con una Rosel más tranquila el coche se dirigió hacia el aeropuerto, dejando un enorme caos tras ellos.

(…)

Aquellos brazos la sacaron de allí, la entró al coche y se quedó a su lado mientras le indicaba al conductor de la limusina que los llevara al hotel.

Habló unos segundos con su padre para decirle que irían de regreso al hotel, donde se reunirían con los demás.

Miraba la mujer a su lado, lloraba sin cesar, acurrucada a él, arrugando su traje con sus dedos que se aferraban a la tela.

Cuando Nico le dijo que no se casaría con Chiara Moretti, automáticamente Dante dijo que sería quien tomara el lugar de su hermano, pero una llamada hizo que no fuera así.

Al fin Davide dio señal de vida, diciendo que estaba cerca, que solo esperaran un poco más. Su madre, más que enojada, le dijo a Dante que tomara el lugar de Davide, porque no podían seguir agrandando la vergüenza, aunque a los Moretti no pareció importarle mucho que su hija estuviera sola en el altar, sin ningún novio, a falta de esa presión de parte de los Moretti, se tardó más en decidir inmediatamente la sustitución de Davide.

Pero Fiorella deseaba que uno de sus hijos tomara el lugar, aunque su esposo fue quien lo impidió, alegando que no valía la pena hacer eso si ya Davide estaba por llegar.

Y ocurrió el desastre.

Todo había estado bajo el control de Davide y Dante lo sabía, por la manera en la que llegó, por esa última llamada, pero nadie se esperaba ver a Rosel embarazada, nadie se esperaba verla allí. Eso cambiaba mucho las cosas.

—Deja de llorar—pidió sin calidez, no sabía cómo acercarse a ella, pero entendía que tantas lágrimas no servirían de nada si ya las cosas habían ocurrido.

La mujer a su lado estuvo a punto de ser su esposa.

—Él… se marchó con otra. Se fue con otra mujer el día de nuestra boda.

—Es cierto, pero ya no puedes cambiar eso.

—¡¿Y qué es lo sí puedo hacer?! ¡Estoy casada con un hombre al que le soy insignificante! Tanto como para humillarme de esta manera. Acepto que no me ame, que no deseara casarse, ¡pero no estaba obligado a hacerlo! No debió venir… no debió venir. Habría sido mejor ser una novia plantada en el altar, que esto. Me odia…

—No, Davide no odia a nadie, salvo a él mismo. No te odia, esto no es por ti.

—Me odia, es la única razón que encuentro para que haya decidido humillarme de esta manera. Me ha destrozado. Y no es necesario amarlo para sentir como me destruyó allí en el altar. ¿Qué quería? ¿Por qué…? ¿Por qué no hablarlo? Lo vi en sus ojos, deseaba que yo me sintiera de esta manera, me detestaba desde la primera vez que me miró, me evaluó como si fuera la peor basura. Solo le faltó reírse de mí. —giró su rostro hacia Dante y luego miró al chofer. —Detenga el coche. —Por el retrovisor, el chofer observó a Dante, en espera de su decisión—. ¡Detenga el coche! ¡Detenga el coche!

—¡Tranquila! Tu pelea no es contra mí. No te he hecho nada—él sujetó sus manos, llevándola de nuevo a su pecho mientras acariciaba su cabeza y ella se quedaba tranquila. —Tranquila, esto pasará, todo se olvidarán de lo que hoy ha ocurrido.

—Nadie lo olvidará. Lo peor es que yo tampoco.

—Escucha, déjame darte un abrazo. Quiero darte un abrazo. —El corazón de Chiara se aceleró al escuchar esas palabras. ¿Un abrazo? Es lo que ella llevaba necesitando desde el día anterior cuando todo comenzó a derrumbarse.

Dante la tomó por los hombros y luego la abrazó.

El cuerpo de la mujer se quedó algo rígido, pero poco a poco, el calor del cuerpo de Dante fue ablandando la rigidez del suyo, sus brazos se movieron lentamente y ella también lo abrazó.

Dejó de llorar en medio de ese brazo, quizás tomando parte de las fuerzas que Dante pretendía darle, a esa temblorosa y herida Chiara Moretti.

Pasó un tiempo hasta que el coche se detuvo en el hotel y ellos seguían abrazados.

—Hemos llegado, señor—dijo el chofer. Ellos ni siquiera se habían dado cuenta.

Chiara al fin levantó su rostro del pecho de Dante, pero aún no podía sonreír, el dolor estaba allí, en su pecho, toda la angustia y los recuerdos de toda la situación que recientemente había vivido.

El coche de los Queen, donde venían sus padres y Nico, llegó casi al mismo tiempo.

Fue Nico quien abrió la puerta, observando a los dos tórtolos con una media sonrisa burlona.

—¿Esta noche te tiras a la esposa de tu hermano? —preguntó Nico con la puerta del coche abierta, rápidamente Chiara se retiró del lado de Dante, muy avergonzada por haberse quedado entre sus brazos—. Tranquilos, su secreto está a salvo conmigo—Una sonrisa se dibujó en su cara cuando vio la expresión de Dante—. Te pareces más a Davide de lo que pensaba. Quizás su esposa se conforme con una versión de prueba hasta que Davide se decida por hacer el papel de esposo.

Enojado, Dante salió detrás de Nico, perdiendo la paciencia con su hermano menor.

Nico corrió con sus padres, soltando carcajadas mientras huía de una versión muy enojada de Dante Queen.

En el coche, Chiara hundió su cabeza en el asiento sin saber qué hacía allí.

—Disculpe, ¿puede llevarme a otro lado? —Pidió al chofer, pero este se negó.

—Temo que no.

—Gracias. —Se acercó a la puerta para bajar, recogió el vestido con sus manos, deslizándose por el asiento hasta salir.

Frente a ella, estaba la elegante mujer, su suegra.

Fiorella Queen.

Su rostro inspeccionaba suavemente a la mujer que ahora sería parte de su familia.

Ciertamente, tal como dijo Nico, no era una gran belleza italiana, su hijo no exageraba, ella había creído que la joven Moretti poseería una mejor belleza, no era el caso.

—Lamento todo esto—se disculpó, tomando su mano—. Ha sido una gran vergüenza para nosotros, todo un desastre. No sé qué pasó por la cabeza de Davide, te pido disculpas en su lugar. Él suele ser bastante discreto, hoy no parecía estar en sus cinco sentidos. Mi nombre es Fiorella y soy su madre, no te imaginas lo avergonzados que estamos todos.

—No tiene usted ninguna culpa—dijo Chiara.

—¿Puedes entrar con nosotros? Creo que tenemos mucho de qué hablar y ponerte al día. Sé que todo está siendo muy confuso para ti y no me imagino como te sientes, pero créeme, sé que todo esto es muy duro para ti. —Las lágrimas de Chiara volvieron a salir—. Todo saldrá bien.

Se dirigieron hacia la habitación de los señores Queen, donde esperaba su esposo y sus dos hijos.

Chiara tomó siento junto a Dante, miró a las personas que había a su alrededor mientras pensaba en las cosas que podrían pasar ahora.

—¿Qué pasará con mi matrimonio? —ella empezó con la primera pregunta. A Nico se le escapó una carcajada y Dante le dio un codazo para que se disculpara.

—Lo siento, es que ¡es gracioso que pienses que después de esto tendrás un matrimonio!

—¡Sal ahora mismo! —señaló su madre.

Nico dejó una mano en su boca para no seguir riéndose de Chiara. Salió de la habitación y el silencio quedó como algo incómodo.

—No habrá un matrimonio—dijo el señor Queen.

—Davide tiene una relación con esa mujer que apareció hoy. Y recién nos damos cuenta de que esperan un hijo, no teníamos conocimiento de que esa mujer estaba embarazada.

—Entonces… ¿me voy a divorciar? ¿Será tan corto todo esto? ¿Para qué se realizó la boda? Creí que él estaba de acuerdo con este matrimonio.

—Y lo está—Fiorella se acercó a ella, agachándose a su lado y tomando sus manos, hincó sus rodillas sobre la alfombra, mirando los ojos tristes de Chiara—. Está de acuerdo con este matrimonio, justo por eso apareció.

—Pero tiene otra mujer, esperan un bebé.

—Solo tenía que casarse—dijo Fiorella—. Y eso hizo.

Chiara retiró sus manos de las de Fiorella.

—Entonces, pretendo divorciarme, eso es lo correcto.

—No estás entendiendo, pequeña—se puso de pie, sujetó de nuevo su mano y con la otra la dejó debajo de su mentón, levantado el delgado rostro de Chiara—. Esto es lo que hay, este es tu matrimonio ahora y seguirá así. No puedes romper tu matrimonio con Davide. Llevarán vidas separadas, continúa con lo que sea que hacías antes y retira ese anillo de tu dedo, finge que esto no ha pasado o tenlo presente, como mejor creas, pero así serán las cosas ahora, él por su lado, tú por el tuyo.

—Yo no deseo esto—dijo, sonando muy decidida.

—Eso no importa.

Chiara se puso de pie, su rostro a la misma altura que el de su suegra.

Sacó el anillo de su dedo y lo dejó caer al suelo, la alfombra amortiguó el sonido.

—Pretendo divorciarme, esto no es lo que quiero. No quiero un esposo que no me ame, que esté al lado de otra mujer o que me desprecie de ese modo, sin tan siquiera permitirse conocerme. No sé qué esperaban ustedes de esto, pero yo sí pondré fin a este matrimonio.

Pasó al lado de la señora Queen.

—Tu padre ha estado de acuerdo—dijo su suegro.

Chiara se detuvo, girando su rostro hacia el señor.

—Entonces debió casar a una de sus hijas, creo que yo no lo soy.

—Eres una Moretti, este es tu deber. ¡Tu madre planeó esto! —dijo Fiorella como último recurso.

Chiara miró hacia el suelo, sus manos temblorosas.

—¿Conoció… a mi madre?

—Niña, fuimos amigas. —Cortó la distancia con Chiara—Le emocionaba que te casaras con uno de mis hijos, estaba muy emocionada. Te vi crecer en su vientre, te sostuve entre mis brazos cuando apenas tenías menos de un mes de nacida. No me hace feliz que las cosas sean de esta manera, pero… Te hace falta una familia, he visto el comportamiento de los Moretti hoy contigo, no eres bien recibida entre ellos, ¿no? —atrapó las lágrimas de Chiara y secó sus mejillas—. Tranquila, preciosa. Ahora seremos tu familia—Le dio un abrazo muy sincero a Chiara—. Todo irá bien.

—No quiero esto—murmuró, el nudo en su garganta disipándose.

—Ni lo notarás, podrás hacer tu vida como lo hacías antes. No cambiará nada. Serás su esposa, pero no tiene que pasar nada más. Sé que no es lo ideal, pero… no será malo, no lo notarás. Y, ¿te digo un secreto? —se acercó al oído de Chiara—Un esposo ausente es mejor que uno presente y molesto. —volvió a abrazarla, sintiendo que la convencía.

—Vete de luna de miel contigo misma y piénsate las cosas. El vuelo es mañana a las nueve, disfruta y piensa en todo. A tu regreso ve a Milán, me mantendré en contacto contigo, así me das tu respuesta y pactamos algunas cosas, Chiara. Además, puedes obtener muchos beneficios de ser su esposa. Pero si te niegas, a tu padre no le agradará mucho. No sé muy bien cuál es la situación de la relación, pero estoy segura de que podría empeorar. En todo caso, también es cuestión de negocios. Tu padre perdería.

Chiara suspiró, no deseando dar una respuesta a la ligera que no sería tomada en cuenta.

Era mejor pensarse las cosas, evaluar las consecuencias y entonces responder.

Se iría de luna de miel consigo mismo, al menos para aliviar un poco la carga que llevaba en su pecho, en su corazón.

Miró a los presentes, sus ojos deteniéndose en Dante, este mantenía una expresión sería, pero sus ojos parecían cálidos en dirección hacia Chiara.

Se despidieron con una sonrisa suave.

Fiorella la acompañó hasta la puerta, pidiéndole a su chofer que la llevara a donde Chiara deseara.

Ella solo quería ir a la pequeña habitación que tenía y encerrarse hasta que llegara el siguiente día, tomar su maleta y largarse.

La idea de una luna de miel para ella sola podría sentarle bien.

¿Un matrimonio separado? ¿Cada uno por su cuenta?

Eso no era lo que ella tenía en mente cuando pensó en casarse, las cosas habían salido muy mal. Y no dejaban de empeorar.

Cerró los ojos en el coche, la imagen de Davide y esa mujer repitiéndose en su cabeza y luego el cálido abrazo entre ella y Dante.

¿Por qué se mezclaban los recuerdos?

¿Por qué aparecía él?

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