Mal, mal padre

Antonio estaba leyendo el periódico en el salón a la mañana siguiente cuando Alecia entró descalza, con una taza de café frío en la mano. Su cabello estaba enredado en las puntas, y no se había molestado en ponerse una bata. Solo llevaba una vieja sudadera que no era suya y un par de shorts de pijam...

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