Una pistola en la cabeza

Siempre hay una línea, una muy delgada, entre la ambición egoísta y la crueldad descarada —a veces es fácil fingir que no la ves hasta que ya la has cruzado, pero en el caso de Antonio, no tenía tal excusa. Él lo sabía. No existía un mundo en el que no lo supiera. Y si le quedaban dudas, se desvanec...

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