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Me limpié las manos en mi bata y caminé hacia la puerta principal, sintiendo una extraña mezcla de anticipación y temor. En cuanto la puerta se abrió, me detuve en seco y, por un momento, casi olvidé cómo respirar. Ahí estaba él, parado en el umbral, vestido de negro. Parecía una sombra andante—oscu...

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