Rehén feliz

El desayuno era un estudio en energías contrastantes. Naya y Celeste eran un torbellino de charla emocionada y porcelana sin parar de hablar, sus voces rebotaban en los altos techos del comedor. No dejaban de diseccionar cada detalle de la próxima fiesta con el fervor innecesario de críticos de arte...

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