72

Mientras caminábamos dentro de la mansión, el niño se retorcía en mis brazos, ansioso por ser libre. Con una suave risa, lo dejé en el suelo, y sin dudarlo, corrió hacia las puertas abiertas del gran pasillo. Apenas miró hacia atrás antes de desaparecer de mi vista, sus pequeños pies resonando cont...

Inicia sesión y continúa leyendo