Capítulo 33

Viendo que Diana se suavizaba, la mirada juguetona de Rupert finalmente se desvaneció un poco. Sabía que no debía acorralar demasiado a esta pequeña gata salvaje—si la empujaba demasiado, mostraría las garras, prefiriendo la destrucción a la rendición.

Soltó su agarre y retrocedió con una compostur...

Inicia sesión y continúa leyendo