21.

Malcolm

—¿Algo de los prisioneros? —le pregunté a mi hijo cuando entró por la puerta.

—Son muy resistentes, debo decir, pero nadie está hablando —informó.

Asentí y él se fue. Me costaba levantarme de mi asiento para caminar hacia la ventana. Mi fuerza se desvanecía cada día. Mi lobo ya no int...

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