Un dolor

El silencio en el auto era espeso, tanto que dolía. No podía mirar por la ventana. Tampoco a Kendell. Las lágrimas no dejaban de correr, calientes, amargas, incontrolables. Pero no hice ningún ruido. Ni un suspiro. Solo ese llanto mudo que nace en la garganta y te ahoga sin gritar.

El dolor que sen...

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