Perdiendo también se gana

El avión privado despegó al amanecer. A través de la ventanilla, el cielo comenzaba a teñirse de naranja pálido, como si el universo entendiera la necesidad de un nuevo comienzo. Me había sentado en el asiento de cuero con el cinturón abrochado y el corazón apretado como un puño. Llevaba puestos uno...

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