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Desperté con el sol filtrándose por las cortinas, cálido y suave. Axel ya estaba despierto. Lo escuché reír desde la habitación contigua, jugando con su osito de peluche, ese que no soltaba ni para dormir. Me quedé unos segundos más acostada, acariciando mi vientre redondo, y sentí una pequeña patad...

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