Me odiaba

Isabella no estaba.

No había señal, no había rastro, no había ruidos. Solo la ausencia. Esa ausencia que me comía por dentro.

Esa que transformó cada rincón de la casa en una cárcel invisible.

Una cárcel llena de hombres armados, tecnología de punta, códigos, vigilancia, vigilancia, vigilancia…

Per...

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