8.Detalles

[MATEO]

Al final de este viaje, le voy a tener que agradecer a Fernando que haya contratado a Julieta para estar conmigo, la verdad es que es una mujer muy interesante, divertida, inteligente y sobre todo con quien puedes hablar de todo tipo de temas y eso que apenas es mi primer día aquí.

—¿Vamos de compras? — pregunto después que el mesero me trae el recibo de la tarjeta para firmar y ella da un último sorbo a su vino blanco.

—Vamos. — responde sin dudar y apenas me ve levantándome de la silla después de firmar, ella intenta hacer lo mismo, pero rápidamente me acerco a ella y aparto su silla —gracias. — me dice sonriente y descuelga su bolso del respaldar del asiento para después salir del restaurante.

—¿Gucci? ¿Dolce & Gabbana? ¿Versace? ¿Dior? — pregunto y me mira como si hubiera escuchado una locura.

—¿Qué? ¡No! Yo no puedo aceptar que me compre algo en esas casas de ropa. — me dice algo preocupada y rio.

—Primero que nada, tutéame y segundo, tómalo como parte de tu trabajo, las personas que están a mi lado siempre visten bien y tú no puedes ser la excepción. —

—¿Me estas diciendo que me visto mal? — me pregunta deteniéndose en medio de la acera mientras que los turistas siguen caminando y yo niego.

—¡¿Qué?! ¡No! — exclamo parándome frente a ella —me refiero a que esta noche habrá gente que conozco y no quiero que…—intento explicar y ríe.

—Estoy bromeando…— me dice divertida y hace un gesto coqueto —tu puedes decir lo que quieras de mi ropa, pero si hay algo que no me falta a mi es estilo. — me dice y pasa sus manos en el aire alrededor de su silueta haciendo que vea que si tiene estilo y mucho…

—Eso no se puede negar. — le respondo —es muy tú. — continúo diciendo y observo lo bien que le queda ese pantalón negro.

—Igual se lo que me quisiste decir y está bien, debo ir acorde a quien estaré acompañando. — dice finalmente y sonrió.

—Entonces, ¿Qué marca? — insisto.

—¿Gucci? — responde a modo de pregunta y rio.

—Gucci será, vamos pues. — digo y volvemos a caminar. —¿segura que no prefieres que vayamos en auto? — cuestiono cuando nos vamos acercando a la escalera mecánica que lleva al puente para cruzar la calle.

—Es aquí cerca, además después de todo lo que almorzamos…— dice y hace un gesto que me hace reír.

—¿Eres una chica fit? — pregunto y me mira sorprendida.

—El gimnasio y yo no nos llevamos muy bien. — responde sorprendiéndome.

Vuelvo a observarla y no puedo creer lo que me está diciendo «¿Con ese cuerpo no hace ejercicio?» me pregunto y de inmediato sacudo mi cabeza intentando alejar ese pensamiento.

—Si no me lo dices, no te creo. — admito y si, quizás hable de más.

—A ti te gusta mucho, ¿no? — cuestiona y la miro confundido —hacer ejercicio. — añade y ríe nerviosa.

Sonrió como un idiota ante sus palabras y asiento —me quita el estrés, además me hace bien… me lo recomendó el doctor. — explico.

—¿Por el trabajo? — indaga.

—Sí y también después de la muerte de mi esposa… me costó mucho salir de ahí. — me atrevo a confesarle.

—Puedo imaginarlo. — comenta un poco más seria.

—Bueno, pero ahora estoy aquí con ganas de no pensar en nada y pasarla increíble, créeme que lo necesito. — repito y asiente.

—Y eso está en mis manos, hare que su… tu estadía sea increíble. — dice corrigiéndose —si quieres puedes esperarme en un bar o en el casino mientras me pruebo los vestidos. — me propone y niego.

—Hay algo que no te dije. — le digo cuando ya estamos bajando la escalera del otro lado del puente.

—¿Qué cosa? — pregunta divertida.

—Amo ir de compras. — admito y su manera de reír me contagia.

—¡¿De verdad?! — pregunta asombrada y asiento.

—De verdad, confieso que cuando me case con Nadia, no me gustaba nada ir de compras, pero fue ella quien hizo que me gustara y que aprendiera un poco acerca de lo que les gusta a las mujeres en cuanto a vestidos y todos eso…— le cuento bajo su atenta mirada.

—Fue una mujer con mucha suerte, no todos los hombres son capaces de hacer lo que a sus esposas les complace. — expresa y quisiera decirle que mi relación con Nadia era tan especial como el amor que sentía por ella, pero no me atrevo a hablar de todo esto con una persona que apenas conozco.

—Ella lo merecía. — es lo único que me atrevo a responderle.

Las palabras en estos momentos sobran, no se si porque yo me quede pensando en Nadia o porque ella no sabe muy bien que decir, lo único que se es que no es un silencio incomodo entre los dos, sino un que es quizás necesario para pasar este momento.

[…]

Finalmente llegamos a la elegante boutique de Gucci y si hay algo que los vendedores de este tipo de negocios saben hacer, es confundir las cosas, primero pensando que Julieta era mi esposa, después creyendo que era mi novia, y por ultimo supongo que pensaran que es mi amante, la verdad es que no me importa que es lo que piensen, en estos momentos solo les pido lo que necesitamos y Julieta con un poco de timidez comienza a escoger los vestidos que le gustan mientras que yo escojo otros para que se los pruebe.

Desde que vi a Julieta anoche, había muchas cosas que no había contemplado, para comenzar, su sola compañía, y después de ahí todo lo que fui descubriendo hoy de ella… ahora, lo que menos había contemplado de toda esta situación, es que verla desfilando los vestidos de fiesta que se esta probando fuera toda una tentación para mis sentidos. Admito que su figura parece haber sido tallada a mano, que su piel es una fina seda donde podría imaginar deslizando mis dedos y que el abismo de sus labios sería el sitio perfecto para dejarme caer, pero esto no puede suceder… yo vine aquí escapando de aquel problema con nombre femenino y curvas llamada Sara… «No mires a Julieta de esa manera» me repito una y otra vez mientras que me pide mi opinión acerca de cual vestido le queda mejor.

—El dorado. — sentencio y creo que es para mi propio bien personal que hago mi elección de la manera más rápida posible.

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