Capítulo 123. Lazos de sangre.

Elizaveta

El dolor ya no ardía. Era más bien un zumbido distante, como si mi cuerpo hubiera decidido desconectarse para no seguir sintiendo. Pero la memoria, esa maldita traidora, no se apagaba.

Seguía trayéndome imágenes a ráfagas: el suelo frío, los gritos de Taras, mis brazos cubriendo mi vi...

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