Capítulo 24. El monstruo no te rapta... te elige.

Trina

Sus palabras se clavaron en mi pecho como el filo oxidado de un cuchillo abandonado. Dominic no soltó mi muñeca; su agarre era un grillete de carne y rencor.

La cicatriz palpitaba bajo la luz de la luna, convirtiéndose en una serpiente viva que se retorcía con cada sílaba envenenada.

El a...

Inicia sesión y continúa leyendo