Capítulo 107: Furia y Resolución

El silencio que siguió fue absoluto, pesado como una losa de granito sobre mi pecho. El aire olía a antiséptico, a flores marchitas de algún ramo olvidado y, ahora, a la ceniza amarga de una traición consumada. Observé cómo Marco, mi hermano, mi caótico, pero feroz protector, releía las líneas frías...

Inicia sesión y continúa leyendo