Capítulo 42: Negociando la Jaula Dorada

El eco de la puerta de mi apartamento al cerrarse fue el sonido más dulce que había escuchado en todo el día. Me quité los tacones y los dejé caer al suelo con un golpe sordo y satisfactorio. Caminé descalza sobre la alfombra gastada, cada paso una reafirmación de que este, y no la opulenta mansión ...

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