Capítulo 82: Nuevas cláusulas

La mañana siguiente, desperté en el sofá de la sala de estar. No recordaba haberme quedado dormida allí, pero la pesadez en mis extremidades y la rigidez en mi cuello eran un testimonio de la tormenta emocional que me había dejado varada en la orilla del agotamiento. La manta de lana estaba arropada...

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