

Mi Hijo con el CEO
Aurora Jimenez Escritora · Completado · 136.7k Palabras
Introducción
La cosa se pone peor cuando un mes después se da cuenta de que está embarazada, fruto de ese encuentro, y ahora tiene una deuda millonaria debido al canalla de su ex; pero, ¡vaya casualidad! El hombre con quien se acostó esa noche, y ahora futuro padre de su hijo, es nada más que James King, el soltero más guapo, rico y talentoso de Nueva York, el príncipe ideal que cualquiera desea, mas, James King no quiere saber nada de ella, una chica ordinaria de oficina, ¿será este el comienzo de todo un problema o de su felicidad?
Capítulo 1
Daphne Foster
—¿Aló? —contesto la llamada del celular que suena por enésima vez. Estoy demasiado ocupada en la oficina como para prestarle atención al número de remitente que me llama, pero el timbre me tiene harta así que decido responder.
Al otro lado de la línea una señorita con voz amable me contesta.
—¿Es usted Daphne Foster?
—Sí, soy yo, ¿qué sucede? ¿quién es?
—La llamamos del banco para recordarle que el fin de mes debe cancelar la deuda de su tarjeta de crédito.
Abro los ojos como platos y llevo una mano a mi cabeza. Había olvidado por completo la fecha límite de pago en la tarjeta. Muerdo con insistencia el lápiz que tengo entre los dedos, presa del pánico.
—Ah… eh… sí, por supuesto, pagaré —tartamudeo con nerviosismo. La realidad es que no tengo para pagar esa deuda, sin embargo, en mi corazón sé que ha valido la pena cada gasto, cada centavo y cada dólar, pues todo lo había invertido en el hombre que amo con locura, el amor de mi vida, mi perfecto novio.
—Muy bien, la esperamos —finaliza la señorita con una voz tan apacible que me provoca escalofríos. Cuelgo la llamada y me arrojo dramática sobre la mesa del escritorio.
No tengo idea de cómo lo haré, pero sé que debo resolver el problema a tiempo.
Mi compañera de trabajo me mira y gira los ojos, entonces me acomodo en el asiento y trato de arreglar el desastre que tengo en la mesa, acomodo mi cabello y mis grandes lentes redondos, que son los únicos que me permiten ver; sin ellos, estoy completamente ciega.
Reviso la hora y me doy cuenta de que es momento de salir. Estoy apurada porque se supone que hoy me veré con él. Observo la foto que tengo en el escritorio y suspiro al mirarlo, es tan guapo que duele.
Recojo mis cosas y apago la computadora. Los demás compañeros también empiezan a organizar sus cosas para irse. Por lo usual, salimos juntos o los espero, pero hoy no será ese día. Me despido de ellos con la mano y una gran sonrisa, y salgo disparada hacia las concurridas calles de Nueva York.
La gran manzana se encuentra llena de luces y bullicio. Camino abriéndome paso entre la gente para poder llegar a la estación de metro. Trabajo en Queens, pero vivo hasta la isla Randall, así que todos los días debo hacer un gran trayecto de ida y vuelta hasta mi casa.
Esta vez no me dirijo allá sino a la cita que mi novio me ha puesto en Central Park. Miro mi reloj una y otra vez, pues tengo miedo de llegar tarde y decepcionarlo. No sé si mi corazón podría aguantar otro desplante amoroso. Todavía recuerdo con pesar y un nudo en mi pecho todas las veces que me han roto el corazón, sin embargo, tengo ya dos años con él y todo parece ir muy bien.
Me apresuro a tomar el tren que me llevará a la estación correspondiente. Como es usual está lleno a esta hora de la tarde, pues todo el mundo sale del trabajo, así que me meto como puedo en el vagón y me agarro muy bien del poste.
Luego de un largo rato, finalmente llego a mi destino y me bajo corriendo para salir a central Park.
La brisa fresca y los árboles que adornan el bellísimo lugar me dan una gran paz. Suspiro y reviso mi reloj, todavía estoy a tiempo, así que camino un rato por el parque mirando a las personas pasear con sus parejas, o a sus perritos. Estoy agotada así que tomo asiento en una de las bancas libres y me quedo allí a esperarlo.
El tiempo pasa y mi novio no se hace presente como espero; me parece raro, pero no tanto como para preocuparme. De pronto, el clima cambia, y varias gotas de lluvia comienzan a caer. No tengo dónde refugiarme, y espero que la lluvia no sea tan fuerte, sin embargo, a medida que pasa el tiempo, se hace más fuerte. Las personas comienzan a correr para resguardarse, así que hago lo mismo y busco un lugar donde cubrirme del agua.
Ya ha pasado mucho tiempo y mi novio no se aparece, así que decido llamarlo para ver si le ha sucedido algo, pues me tiene realmente preocupada.
—Amor, ¿dónde estás? Te estoy esperando —le digo cuando me contesta la llamada.
—Ah, sí, lo siento, no iré.
Mi sonrisa se borra del rostro cuando escucho eso, ¿a qué se refiere?
—¿Qué?
—No quería hacer esto por teléfono, pero no queda otra opción. Daphne, debemos terminar.
Mi corazón late acelerado y siento que me voy a desmayar. No puede ser posible que esto me esté pasando. Siento un nudo en mi pecho y las lágrimas amenazan con inundar mis ojos.
—Pero… ¿por qué? No, por favor, no me dejes —comienzo a rogarle. Sé que soy patética, pero lo necesito, lo amo, no puedo perderlo.
—Ya no puedo continuar más con esta relación.
—No, por favor te lo pido —sollozo—, dame una oportunidad por favor. Te daré lo que quieras, ¿es porque no nos hemos acostado nunca? Déjame solucionarlo, ya estoy lista para hacerlo.
A mis veintidós años, es muy raro que sea una chica que nunca se ha acostado con nadie, pero la verdad es que todavía no había sido capaz de mostrarme así ante un hombre.
—Daphne, no…
—Por favor, amor, déjame probarte que soy digna de ti. Te daré la mejor sorpresa de tu vida. —Escucho un profundo suspiro del otro lado de la línea.
—¿Qué harás?
—Será una sorpresa, cuando esté listo te avisaré.
Cuelgo la llamada y salgo corriendo bajo la lluvia sin importar nada, no puedo perder a mi novio solo por ser una tonta mojigata. Si el quiere una noche conmigo, se la daré. Vuelvo a tomar el metro y luego cruzo el gran puente que conecta a la isla con Manhattan.
La isla Randall tiene a penas habitantes, así que casi todos se conocen en este lugar. Es bastante tranquilo a diferencia del resto de la ciudad. La lluvia ya ha cesado, sin embargo, estoy empapada y comienzo a estornudar como loca.
Siento como la nariz se me congestiona y los ojos se enrojecen. No puede ser que justo ahora pesque un desgraciado resfriado. No importa, nada me detendrá.
En mi pequeña casa solo vivo con mi tío, mi hermana mayor y su esposo; o sea mi cuñado. Todos vivimos apretujados en nuestra humilde morada. Nos faltan muchos lujos y comodidades, mas, somos una familia sencilla y en relativos términos, feliz.
Entro a la casa y me voy directo a mi habitación. Veo a mi tío mirar la tele con una lata de cerveza en la mano. Está escuchando una noticia sobre un nuevo proyecto de construcción que se llevará a cabo en la isla, sin embargo, no le presto demasiada atención, y cierro la puerta con seguro. Me arrojo al colchón y dejo que las lágrimas broten sin control. No puede ser que mi novio quiera dejarme.
Busco en el cajón de mi cómoda unas pastillas para el resfriado, no puedo estar así si quiero recuperarlo. Me tomo un par entre estornudos y me vuelvo a arrojar pensando cómo podría planear la velada perfecta para los dos. Si voy a perder mi castidad con él, debe ser la noche más especial de todas.
De pronto una idea cruza mi mente: un crucero de lujo todo pago por dos noches.
Me siento en la cama con los ánimos renovados, es seguro que eso reconquistará su amor sin lugar a dudas. El problema es que no tengo el dinero para hacer algo así. Tomo una almohada y me la pego en la cara, grito de frustración y vuelvo a echarme para atrás.
—Aunque, podría usar la tarjeta de emergencias.
Casi como si un diablito y un angelito se posaran cada uno en mis hombros, me debato con la idea tan arriesgada que se me ha ocurrido.
“No puedes gastarte los ahorros de toda tu vida en eso”, dice la voz del ángel.
“Pero es tu novio, harías lo que fuera por él”, refuta la voz del diablo.
¿Qué más da sacar unos cientos de dólares en un crucero? No me lo gastaría todo, de todas formas.
Me encojo de hombros y las dos voces de mi conciencia se van. Lo haré, me gastaré lo que sea necesario. Saco la tarjeta del cajón bajo llave donde la tengo escondida, y entro a internet para reservar dos noches en un crucero de lujo por el río Hudson.
Por suerte, la reservación está disponible, así que termino de presionar la tecla de aceptar con nerviosismo y ya está. De inmediato tomo el celular y le escribo un mensaje a mi novio diciéndole la dirección donde deberá estar al día siguiente para tomar el crucero.
Me quedo dormida esperando la respuesta de su mensaje.
A la mañana siguiente veo un “ok” de su parte. Su frialdad me duele; espero que todo se solucione después de este paseo increíble. Llamo al trabajo para reportarme enferma y así poder faltar, aunque no es mentira que estoy resfriada, pues la pastilla poco pudo ayudarme. Guardo mi mejor ropa y trajes reveladores en un bolso. Ya había comprado ropa interior cuando pensé que estaba lista para acostarme con él; ahora, sería muy útil.
Vuelvo a hacer mi gran recorrido hasta el otro lado de Manhattan para llegar al puerto de donde saldrá el crucero. Se supone que debo esperarlo allí antes de abordar. Me quedo todo lo que puedo en el lugar hasta que un hombre de la tripulación avisa que solo quedan cinco minutos para abordar.
“¿Dónde estás?”. Le escribo por mensaje de texto.
“Ya estoy a bordo, te estoy esperando”.
Sonrío y, como puedo; a pesar de tener los ojos rojizos y con picor debido al resfrío; subo el bolso al crucero. El tripulante del barco me da la bienvenida y me indica que debo pasar por la cubierta para llegar a donde dan la charla informativa sobre la seguridad del barco. Me dice que me apresure porque ya casi todo el mundo está reunido allí, así que salgo corriendo sin percatarme de que una persona venía caminando directo hacia mí.
Inevitablemente choco con el hombre y de alguna forma mis anteojos salen volando de mi cara, seguido del crash del cristal al romperse en pedacitos bajo el zapato del hombre.
Él me sostiene rodeándome con sus brazos para evitar mi caída. No puedo verle bien el rostro sin mis lentes, lo único que puedo percibir de él es su delicioso aroma a colonia masculina. En ese momento, fue como si todo se hubiera detenido, ¿quién es este hombre con quien he tropezado? No lo sé, pero en mi trance, de repente me siento como en una de esas películas donde la chica se tropieza con su príncipe azul.
El momento se rompe cuando el guapo hombre que me sujeta (o al menos me pareció guapo entre lo borroso que pude ver), me suelta de la nada, haciéndome a un lado.
—Tenga más cuidado. Y recoja sus lentes del suelo, podría hacer caer a alguien —dice con una voz que me hiela la sangre.
—Lo siento —me disculpo y recojo el armazón de los lentes, de los que ya no queda nada más.
Este crucero no está empezando tan bien como esperaba.
Últimos capítulos
#68 EPÍLOGO
Última actualización: 1/13/2025#67 CAPÍTULO 67: SIEMPRE ESTUVE AHÍ
Última actualización: 1/13/2025#66 CAPÍTULO 66: CAMBIOS
Última actualización: 1/13/2025#65 CAPÍTULO 65: ¡NO LO HAGAS POR FAVOR!
Última actualización: 1/13/2025#64 CAPÍTULO 64: ¡NO ME DEJES POR FAVOR!
Última actualización: 1/13/2025#63 CAPÍTULO 63: NO SÉ QUE HARÍA SIN TI
Última actualización: 1/13/2025#62 CAPÍTULO 62: AUNQUE ME DUELA
Última actualización: 1/13/2025#61 CAPÍTULO 61: POR FIN LO ENTIENDO
Última actualización: 1/13/2025#60 CAPÍTULO 60: EN MIL PEDAZOS
Última actualización: 1/13/2025#59 CAPÍTULO 59: TENGO QUE ENFRENTARLA
Última actualización: 1/13/2025
Te podría gustar 😍
Regla número 1 - Sin Compañeros
«Déjame ir», lloriqueo, mi cuerpo tiembla de necesidad. «No quiero que me toques».
Me caigo sobre la cama y luego me doy la vuelta para mirarlo fijamente. Los tatuajes oscuros de los hombros cincelados de Domonic se estremecen y se expanden con el movimiento de su pecho. Su profunda sonrisa llena de arrogancia se extiende detrás de sí mismo para cerrar la puerta.
Mordiéndose el labio, se dirige hacia mí, con la mano pegada a la costura de sus pantalones y a la protuberancia que hay allí.
«¿Estás seguro de que no quieres que te toque?» Susurra, desatando el nudo y metiendo una mano dentro. «Porque juro por Dios que eso es todo lo que quería hacer. Todos los días, desde el momento en que entraste en nuestro bar, percibí tu sabor perfecto desde el otro lado de la habitación».
Draven, nuevo en el mundo de las palancas de cambio, es un humano que huye. Una chica hermosa a la que nadie podría proteger. Domonic es el frío alfa de la manada de lobos rojos. Una hermandad de doce lobos que viven según doce reglas. Reglas que juraron que NUNCA podrían romperse.
Especialmente, regla número uno: No hay amigos
Cuando Draven conoce a Domonic, sabe que ella es su compañera, pero Draven no tiene ni idea de lo que es una pareja, solo que se ha enamorado de un cambiaformas. Un alfa que le romperá el corazón al hacer que se vaya. Prometiéndose a sí misma que nunca lo perdonará, desaparece.
Pero no sabe nada del bebé que está embarazada ni de que, desde el momento en que se fue, Domonic decidió que las reglas estaban hechas para romperlas, ¿y ahora volverá a encontrarla? ¿Lo perdonará?
Secretaria ¿Te quieres acostar conmigo?
Tal vez por eso ninguna le duraba más de dos semanas, es que se cansaba rápidamente de ellas, sin embargo, Valeria se negó, provocando que él la persiguiera pensando distintas estrategias para lograr su cometido, eso sin dejar de lado su diversión con las demás mujeres.
Sin darse cuenta, Valeria se convirtió en su mano derecha y él la necesitaba hasta para respirar, no obstante no reconoció su amor hasta que ella llegó a su límite y partió.
Mimada por multimillonarios tras ser traicionada
Emily y su multimillonario esposo estaban en un matrimonio contractual; ella esperaba ganarse su amor a través del esfuerzo. Sin embargo, cuando su esposo apareció con una mujer embarazada, ella se desesperó. Después de ser expulsada, Emily, sin hogar, fue acogida por un misterioso multimillonario. ¿Quién era él? ¿Cómo conocía a Emily? Y lo que es más importante, Emily estaba embarazada.
La Redención de la Ex-Esposa: Un Amor Renacido
El dolor de mi embarazo fuera del matrimonio es una herida de la que nunca puedo hablar, ya que el padre del niño desapareció sin dejar rastro. Justo cuando estaba a punto de quitarme la vida, Henry apareció, ofreciéndome un hogar y prometiendo tratar a mi hijo sin padre como si fuera suyo.
Siempre le he estado agradecida por salvarme ese día, por eso he soportado la humillación de este matrimonio desigual durante tanto tiempo.
Pero todo cambió cuando su antigua llama, Isabella Scott, regresó.
Ahora, estoy lista para firmar los papeles del divorcio, pero Henry exige diez millones de dólares como precio de mi libertad—una suma que nunca podría reunir.
Lo miré a los ojos y dije fríamente—Diez millones de dólares para comprar tu corazón.
Henry, el heredero más poderoso de Wall Street, es un ex paciente cardíaco. Nunca sospechará que su llamada ex esposa vergonzosa orquestó el corazón que late en su pecho.
Una Reina de Hielo en Venta
Alice es una hermosa patinadora artística de dieciocho años. Su carrera está a punto de culminar cuando su cruel padrastro la vende a una familia adinerada, los Sullivan, para que se convierta en la esposa de su hijo menor. Alice asume que hay una razón por la que un hombre apuesto quiere casarse con una chica extraña, especialmente si la familia forma parte de una conocida organización criminal. ¿Encontrará la manera de derretir los corazones helados y dejarla ir? ¿O podrá escapar antes de que sea demasiado tarde?
Jackson Johnson
Niñera para el jefe de la mafia
Emplea a la joven Victoria para que cuide a su hijo. Después de pasar una noche de borrachera juntos, está embarazada de él.
Sus vidas están entrelazadas ahora y terminan en un matrimonio sin amor. Ella encuentra consuelo en los brazos de otro.
Lee para descubrir qué sucede cuando la niñera y la esposa del jefe de la mafia llevan al enemigo directamente a la puerta de su casa.
Cicatrices
Amelie solo quería vivir una vida sencilla fuera del foco de atención de su linaje alfa. Sintió que tenía eso cuando encontró a su primer compañero. Después de años juntos, su pareja no era el hombre que decía ser. Amelie se ve obligada a realizar el ritual de rechazo para hacerse sentir. Su libertad tiene un precio, uno de los cuales es una fea cicatriz negra.
«¡Nada! ¡No hay nada! ¡Tráela de vuelta!» Grito con cada parte de mi ser. Lo supe antes de que dijera nada. La sentí en mi corazón despedirse y soltarla. En ese momento, un dolor inimaginable se apoderó de mi corazón.
Alpha Gideon Alios pierde a su pareja, en el que debería ser el día más feliz de su vida, el nacimiento de sus gemelos. Gideon no tiene tiempo para llorar, se queda sin pareja, solo y es padre recién soltero de dos hijas pequeñas. Gideon no deja que su tristeza se manifieste como si fuera una muestra de debilidad, y es el Alfa de la Guardia Durit, el ejército y brazo investigador del Consejo; no tiene tiempo para la debilidad.
Amelie Ashwood y Gideon Alios son dos hombres lobo rotos a los que el destino ha torcido. Esta es su segunda oportunidad de amar, ¿o es la primera? Cuando estos dos compañeros predestinados se unen, siniestros complots cobran vida a su alrededor. ¿Cómo se unirán para mantener a salvo lo que consideran lo más preciado?
Juego del Destino
Cuando Finlay la encuentra, ella está viviendo entre humanos. Él está cautivado por la obstinada loba que se niega a reconocer su existencia. Puede que no sea su compañera, pero él quiere que sea parte de su manada, lobo latente o no.
Amie no puede resistirse al Alfa que entra en su vida y la arrastra de vuelta a la vida de manada. No solo se encuentra más feliz de lo que ha estado en mucho tiempo, su lobo finalmente viene a ella. Finlay no es su compañero, pero se convierte en su mejor amigo. Juntos, con los otros lobos principales de la manada, trabajan para crear la mejor y más fuerte manada.
Cuando llega el momento de los juegos de la manada, el evento que decide el rango de las manadas para los próximos diez años, Amie necesita enfrentarse a su antigua manada. Cuando ve al hombre que la rechazó por primera vez en diez años, todo lo que pensaba que sabía se pone patas arriba. Amie y Finlay necesitan adaptarse a la nueva realidad y encontrar un camino hacia adelante para su manada. Pero, ¿los separará esta nueva situación?
Solo medio muerto
Estaba decidida a odiar al hombre con el que había estado prometida. ¡Decidido a matarlo por haberla secuestrado!
Hasta que lo conoció.
El hombre era tan exasperante y chovinista como devastadoramente hermoso y poderoso.
Kamilla no sabía qué hacer. No esperaba sentirse tan impotente ante el vínculo que los unía, ni esperaba desearlo. Kamilla menos esperaba que el poderoso Rey Vampiro pudiera necesitar alguna vez la ayuda de su pequeño yo mitad vampiro.
Pero en el momento en que Viktor parpadeó con esos hipnóticos ojos y Kamilla vio cómo de repente se convertía en un hombre diferente ante sus ojos, se dio cuenta de dos cosas. Uno: Sí, los vampiros pueden tener múltiples trastornos de personalidad. Dos: Viktor la necesitaba incluso más de lo que necesitaba sus malditas alas de murciélago.
Mis Gemelos Alfa Posesivos Para Pareja
Hilos del Destino
Tengo magia, tal como mostraron las pruebas, pero nunca se ha alineado con ninguna especie mágica conocida.
No puedo respirar fuego como un Cambiante dragón, ni lanzar maldiciones a las personas que me molestan como las Brujas. No puedo hacer pociones como una Alquimista ni seducir a la gente como una Súcubo. No quiero parecer desagradecida con el poder que tengo; es interesante y todo eso, pero realmente no tiene mucho impacto y, la mayor parte del tiempo, es prácticamente inútil. Mi habilidad mágica especial es la capacidad de ver hilos del destino.
La mayor parte de la vida es lo suficientemente molesta para mí, y lo que nunca se me ocurrió es que mi pareja es un grosero y pomposo incordio. Es un Alfa y el hermano gemelo de mi amigo.
“¿Qué estás haciendo? ¡Este es mi hogar, no puedes entrar así!” Intento mantener mi voz firme, pero cuando se da la vuelta y me fija con sus ojos dorados, me echo atrás. La mirada que me lanza es imperiosa y automáticamente bajo los ojos al suelo, como es mi costumbre. Luego me obligo a mirar de nuevo hacia arriba. Él no se da cuenta de que lo estoy mirando porque ya ha desviado la mirada de mí. Está siendo grosero, me niego a mostrar que me está asustando, aunque definitivamente lo está haciendo. Echa un vistazo alrededor y, al darse cuenta de que el único lugar donde sentarse es la pequeña mesa con sus dos sillas, señala hacia ella.
“Siéntate.” me ordena. Lo miro con desprecio. ¿Quién se cree para darme órdenes así? ¿Cómo puede alguien tan obnoxioso ser mi alma gemela? Tal vez todavía estoy dormida. Me pellizco el brazo y mis ojos se humedecen un poco por el escozor del dolor.