Capítulo 2 CAP2

Capítulo 2

Había pasado un año desde aquella noche en el penthouse del desconocido. No volví a saber de él, Nunca supe su nombre, no quise que hubiera una unión especial despues de eso así que no le pregunté y el tampoco me lo dijo.

Fue solo una noche pero se quedó en mi cabeza, no solo porque fue mi primera vez, si no que en verdad me hizo sentir una mujer.

Ahora estaba con Andrés Mondragón, llevábamos cuatro meses de noviazgo. Era un buen hombre, la verdad un caballero, educado y amable, hijo de una familia poderosa de políticos

Lo conocí en una cena de empresarios, nuestros padres ya se conocían, y todo fluyó, nos gustaban las mismas cosas, compartimos el mismo círculo social, así que la relación era algo que ya estana anunciado.

Andrés me gustaba, era guapo y muy caballeroso, No puedo decir que me hacía sentir mariposas, pero era me daba estabilidad, Me trataba bien, Pero en la cama… bueno, hacía lo que podía.

Yo era muy pasiónal, después de esa noche con el desconocido mi cuerpo, parecía sentir fuego todo el tiempo, y Andrés era lindo pero no apagaba el incendio

Estábamos desnudos, en su cama.

Él se recostó boca arriba y yo me subí encima de él, empecé a moverme, mis caderas iban rápido, necesitaba sentirlos, estaba muy caliente.

Andrés gemía fuerte, me agarraba de la cintura, me decía que le encantaba cómo cabalgaba y me daba una que otra nalgada.

Yo gemía también, exagerando un poco, agarrándome la cabeza, me gustaba verme en el espejo, me sentía una diosa del sexo, intentaba incentivarlo, Le decía que me encantaba, que me hiciera suya, que se viniera dentro de mí, le decía cosas sucias que sabía que lo volvían loco.

—Joder, Alondra… —gruñó—. Te voy a llenar, maldita sea eres una potra.

Y lo hizo, Se vino en mí en cuestión de segundos, cerró los ojos, se estremeció y uspiro cansado

Yo no llegué al orgasmo, Ni siquiera estuve cerca de venirme

—¿También te viniste? —me pregunto acariciando mi mentón.

—Uy si... Se sintió muy rico —menti

Me dejé caer a su lado, jadeando como si también hubiera acabado, como si hubiera tenido un gran orgasmo, Fingí Cómo lo hacía desde que empezamos nuestra relación.

Desde aquella noche con el desconocido, estuve con dos hombres, Un exnovio que solo duró un par de semanas y ahora Andrés. Ninguno de los dos me ha hecho acabar de verdad. Ni un solo orgasmo mucho menos un squirt, nada y eso era frustrante Y sí, me molesta.

Andrés es un buen tipo, pero en la cama siempre busca su propio placer. Yo le he hecho sexo oral muchas veces, le gusta que lo complazcan. Pero él nunca ha bajado por mí. Nunca me ha tocado como ese hombre lo hizo. A veces me toca con la mano, torpemente, como si lo hiciera solo por obligación.

Pero no quiero pensar solo en eso. No quiero que lo sexual sea lo más importante. Quiero una relación tranquila. Algo que funcione. Andrés es lo que cualquier mujer de mi círculo esperaría tener. Y su familia, su apellido lo dice todo.

Su padre, Julián Mondragón, es uno de los hombres más poderosos del país. Político, empresario, un hombre influyente y poderoso. Y mi padre, Rodolfo Thompson, uno de los más ricos con varias industrias. La gente ya empieza a hablar de “alianza”, debido a nuestra relación, como si fuéramos parte de un acuerdo más que una pareja.

Después de correrse, Andrés me besó la frente, me acarició la espalda, me ayudó a vestirme.

—Amor, esta noche necesito que estés perfecta —me dijo—. Mi familia hará una cena. Mi tío acaba de llegar del extranjero. Hace un año que no lo vemos y quiero que te conozca.

—¿El famoso Fernando? —pregunté, mientras me subía el vestido.

—Sí. Es como un segundo padre para mí. Lo admiro mucho. Me ha enseñado más que mi propio padre. Te va a caer bien.

Asentí, no dije nada, mi deber de buena novia era estar a su lado en este tipo de cenas, sabía que ese tío era rico, influyente era casi una leyenda en la familia. Vivía fuera del país. Era de esos hombres que todos respetan, pero que nadie ve seguido.

Me fui a mi casa después de eso. Al llegar, mi hermana Camila ya estaba en la sala. Como siempre, tenía esa cara de amargura que no se le quitaba ni con cirugía.

—Llegas a plena luz del día, es una vergüenza, Qué escándalo, no das la imagen de una buena muchacha —me dijo, cruzada de brazos.

Nunca entendí porque siempre parecía amargada, era mayor que yo unos 10 años, no se habia casado, Pero parecía odiarme.

—Buenos días para ti también, Camila.

—Papá debería ponerte límites, eres una caprichosa.

—Tú deberías preocuparte por tu propia vida, no por la mía, búscate un novio y relájate —suspire manteniendo la cordura

Antes de que siguiera con su sermón, mi papá entró.

—Déjala en paz, Camila —dijo—. Si Alondra quiere vivir, que viva. Tú ya tuviste tu momento, además sabes perfectamente que su relación con Andrés es conveniente para la familia.

Camila apretó los labios y se fue. Mi padre se acercó a mí, me besó la mejilla y me acarició el pelo.

—¿Cómo estás, princesa?

—Bien. Tengo una cena con los Mondragón esta noche.

—Perfecto, Vístete bien, necesito que brilles, sabes lo importante que es la alianza con los Mondragón para mí y yo confío en ti.

Mi papá siempre me consiente, siempre me protege, aunque últimamente está más interesado en mi relación con Andrés, Nunca ha tratado así a Camila, Ella lo nota y por eso me odia.

Subí a mi habitación, cerré la puerta y Me metí en la tina con agua caliente, Apagué las luces y cerré los ojos.

Y empecé a tocarme.

Deslicé la mano entre mis piernas y pensé en él, en el desconocido, en su lengua, en su verga, en cómo me toco sin pedir permiso. En cómo me hizo sentir, En cómo me marcó como suya.

Me froté con fuerza, estaba empapada. Jadeaba y Me metí los dedos. Primero dos, luego tres. Me imaginaba su voz. Su cuerpo. Me imaginaba en ese apartamento otra vez.

Gemí y me corrí, estaba temblando, me fui tan fuerte que el agua se salió de la tina.

Me quedé ahí, respirando agitada.

Ni Andrés, ni mi ex. Nadie me ha hecho sentir eso.

Me sentí mal, no por masturbarme, era liberador, pero si por no poder sentir eso con mi novio, quiero que funcione y que mi papá se sienta orgulloso.

Cuando llegó la noche, me vestí con elegancia, un vestido largo, ajustado, negro, maquillaje suave y el pelo suelto, Tacones altos, como todos esperaban de mi, Perfecta.

Llegamos a la casa de los Mondragón. Julián, mi suegro me recibió en la entrada.

—Estás hermosa, Alondra —me dijo, sonriendo como político en campaña—. Andrés eligió bien. Una novia de tu nivel y altura es justo lo que nuestra familia necesita.

Sonreí con educación, no dije nada, Ya estaba acostumbrada a ese tipo de comentarios.

Entramos a la mansión, había música suave, copas llenas, risas de

gente rica.

Y entonces, apareció.

El tío Fernando.

Me quedé helada, era él, el desconocido del hotel.

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