Capítulo 3 CAP 3

Capítulo 3

Me paralicé en cuanto lo vi, no sabía cómo reaccionar, mis manos empezaron a temblar.

Era él, Fernando, el tío de Andrés mi novio, era el desconocido del bar, el hombre que me quitó la virginidad, El único que me ha hecho acabar de verdad, el dueño de mis pensamientos eróticos, el maldito dueño de mi deseo.

él me saludó como si nada, me sonrió cálido, como si no me reconociera.

—Alondra ¿Verdad? —dijo con una sonrisa tranquila, acercándose—. He escuchado mucho de ti, Andrés no deja de hablar, así que espero que seas una buena mujer para el.

Me dio un beso en la mejilla, como si fuera la primera vez que me veía.

—Es un gusto conocerte —respondí, fingiendo una sonrisa —An... Andrés también habla mucho de ti.

Mi corazón se me iba a salir del pecho, la idea que ser descubierta me ponía nerviosa, pero el no tuvo un mínimo gesto

No sabía si el estaba actuando o si de verdad no me reconocía, su actitud era de hielo.

Me disculpé y me fui al baño, necesitaba respirar un momento, Cerré la puerta, me miré en el espejo, tenía las manos frías y me mojé la cara y las muñecas, Tenía que calmarme, yo era la novia perfecta y no podía verme como una tonta nerviosa.

“No puede ser ésto”, pensé. “quizas no me reconoce.”

Sabía de las aventuras del Tio Fernando, según Andrés era un gigolo que tenía muchas mujeres en su vida, quizás, yo había Sido una más y se había olvidado de mi cara

Respiré hondo, me aseguré de estar presentable y regresé a la cena, intentando fingir de nuevo que era la novia perfecta, era la imagen que debía proyectar, para la que había sido entrenada desde hace mucho

Fernando hablaba con todos, contaba anécdotas de sus viajes, Todos reían. Menos Julián, su hermano, que lo miraba fijamente enojado.

—Ya es hora de que sientes cabeza, Fernando —dijo Julián, serio interrumpiendo el momento —. No puedes seguir de viaje toda la vida, Necesitas una esposa, además de ayudarme a manejar el dinero que dejo papá, con la política no he tenido tiempo para las empresas.

Fernando tomó un sorbo de vino y sonrió.

—Aún no he elegido una mujer. Pero pronto lo haré —respondió, tranquilo—. Y relájate un poco, hermano. Pareces enfermo de control, para tu tranquilidad he decidido quedarme en el país

Todos se rieron y se alegraron de saber que el se quedaría en la ciudad.

En ese momento, Andrés golpeó su copa con una cucharilla, Todos se callaron y esperamos su anuncio.

—Aprovechando que está toda la familia —dijo, poniéndose de pie—, quiero hacerle una pregunta a la mujer que amo.

Se arrodilló frente a mí, sacó una caja de su bolsillo y la abrió, Un anillo grande de diamantes, caro y brillante.

—Alondra Thompson… ¿quieres casarte conmigo?

No respiré, me quedé paralizada. Sentí todas las miradas encima, La presión de la familia, Las expectativas que habían sobre mi, lo que mi padre esperaba.

—Sí —dije, con una sonrisa congelada.

Todos aplaudieron, se levantaron y hubo abrazos, brindis, felicitaciones, creo que todos estaban esperando el mejor momento para vernos juntos.

Fernando levantó su copa, felicto a su sobrino y me dió un beso en la mejilla de felicitaciones.

Después de un par de copas, quise irme, ya estaba agobiada, además no podía dejar de sentirme nerviosa con la presencia de Fernando, Llamé a mi chófer, pero el auto había tenido un accidente, Nada grave, pero no podía venir.

Andrés estaba algo tomado, así que decidí pedir algún carro de aplicación.

—Yo la llevo —dijo Fernando, tranquilo, con esa voz firme que me derretía —Ya quiero ir a mi casa y la dejo de camino.

Intenté negarme, fingir vergüenza pero de nuevo la presión de todos me hizo ceder y acepté.

Pensaba que en el carro me hablaría de esa noche, que me pediría guardar el silencio por Andrés, había imaginado mil conversaciónes para dejar el asunto en paz, pero para mí si sorpresa el camino fue silencioso, Llovía y Fernando manejaba con calma

—¿Estás segura de querer casarte con Andrés? —preguntó de repente —Creo que cuatro meses de novios es poco

—Sí. Es un buen hombre y mi padre lo acepta

—¿Cómo es su relación?

—Estable, el me quiere, y es caballeroso, nos llevamos bien —suspire pensando que definitivamente el no me reconocia

—¿y en la cama? —pregunto

Lo miré, tensa.

—¿A qué viene eso? Es personal

—Solo curiosidad —dijo, sin dejar de mirar al frente.

—Gira a la derecha, es la calle para llegar a mi casa

No giró, Siguió manejando recto

—Te pasaste —le dije.

No respondió, detuvo el auto en medio de una carretera solitaria. Quitó el cinturón y se giró hacia mí.

Y me besó.

No lo rechacé, loo besé de vuelta con ganas, su mano subió por mi pierna, por dentro del vestido.

—¿De verdad pensaste que me había olvidado? —susurró contra mis labios—. Eres mía, Alondra. No lo olvides nunca.

—No lo he olvidado —dije sin pensar —Estas en mis sueño todas las noches

Los besos fueron intensos, los bajo al cuello mientras con su mano me tocaba cerca de la intimidad, yo pasé mi mano por su pantalón, y lance un pequeño gemidito.

—¿Vamos a mi departamento? —pfopuso mordiéndome con sus labios mi oreja

—Sí, te necesito.

Apenas entramos, cerró la puerta de golpe. Me empujó contra la pared y me besó con pasion. Me subió el vestido, me bajó la tanga.

—De rodillas.

Me arrodillé. Él se desabrochó el cinturón y sacó su verga dura. La tenía igual de grande, gruesa y caliente que la primera vez. Me la metí en la boca, profunda y el me agarró la cabeza.

—Así.... Más... Mírame mientras lo haces. Quiero ver como me la chupas.

Lo chupé con fuerza, Lo lamí, Se la mamé sin parar. Él gemía, jadeaba, empujaba con la cadera.

—No pares. Vas a tragarme entero si sigues así…

Me levantó de golpe y me dio un beso sucio. Me giró y me empotró contra la pared, me la metió de un solo golpe. Grité, me agarró fuerte de las caderas, me cogía con ganas.

—Te gusta así, ¿verdad? Que te haga mía otra vez.

—Sí… más… no pares…

Me nalgueaba mientras me metía todo, Me halaba del pelo, me decía cosas sucias al oído, me agarró de la mano y me llevo a la habitación, me tiró a la cama y me puso en cuatro.

—Quiero verte venir como nuestra primera vez.

Me dio con fuerza, Mi cuerpo vibraba en sus manos, Él me tocaba el clítoris mientras me rompía con cada embestida.

—Eres una diosa preciosa, Alondra. Maldita sea… estás hecha para mí.

—Me voy a venir…

—Todavía no, sube encima de mí.

Se recostó y me senté sobre él. Lo sentí dentro, profundo. Me moví rápido, desesperada.

—Eso es, cabálgame. Quiero ver cómo revientas, como rebotas en mi verga

Lo monté con fuerza, Mis senos rebotaban, el las lamía, las mordía, me apretaba la cintura.

—Me voy a venir —gemí—. No puedo más…

—Hazlo, mójame, grítalo. Que se enteren que solo yo puedo hacerte acabar así.

Y me vine.

Con fuerza, lance un grito y tuve un squirt, que lo mojó todo, las sábanas, el, la cama, todo quedó empapado.

Mis piernas temblaban, mi cuerpo se arqueó. El líquido chorreaba por sus piernas, por su abdomen, por todo lado

Él se vino al mismo tiempo, gruñendo, apretándome contra él.

Nos quedamos jadeando, Mojados y Exhaustos después de esa faena.

—Eso… —dijo con una sonrisa satisfecha—. Así se celebra tu compromiso.

Yo no podía hablar, solo sentía, mi respiración se m

e iba de los pulmones, por fin, después de tantos meses había vuelto a tener un orgasmo, pero ahora no sabía que me esperaba, el era el tío de mi novio.

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