Capítulo 7 CAP 7

Capítulo 7

No aguanté más y le pregunté directamente lo que estaba pasando, necesitaba respuestas.

—¿Qué pasó anoche con Fernando? ¿Hablaron del pasado? ¿Volvieron?

Camila me miró desde la cocina mientras servía café, nunca la había visto tan relajada, desde que murió mamá era muy gris, ahora estaba descalza, con el pelo suelto, sonriendo, es como si fuera otra mujer.

—Hablamos de muchas cosas —dijo, tranquila—. Y no, no te voy a contar todo, Algún día, si se da… pero por ahora, solo quiero ser feliz, con la ilusión, no volvimos pero se que lo haremos.

Camila no dejaba de tararear una canción, de mover las caderas mientras lavaba una taza. Era como si la amargura que llevaba y con la que la conocia desde hace años se hubiera disuelto.

No quise insistir, pero por dentro me carcomía el alma, quería llorar.

Subí a mi habitación sin decir nada, Me recosté en la cama y miré el techo, Estaba confundida, enojada, y si celosa.

No sabía ni por qué, yo también tenía lo mío con Andres, ¿o no?, no éramos exclusivos, pero lo que tenía con Camila podía ser más fuerte, una historia que los unia

Mi celular vibró.

Fernando: "Ven a mi departamento. Necesito verte, te quiero preciosa".

Me levanté sin pensarlo, Me arreglé en cinco minutos y salí como una idiota, Como si no tuviera orgullo detrás del hombre que me volvía loca.

Cuando llegué, él ya me esperaba en la puerta.

Me abrió sin hablar, Me besó en la mejilla y me hizo pasar, había una comida servida sobre la mesa, algo sencillo, pero se notaba el esfuerzo y que el lo había hecho.

—¿Cocinaste? —pregunté, sorprendida con una sonrisa en los labios

—No quería que este día fuera como el anterior —respondió—. Siento lo del club, Te dejé sola y no estuvo bien, tenía que ir a esa baño contigo.

Me senté y Él también, Empezamos a comer, aunque apenas podía probar bocado, Estaba demasiado tensa.

—¿Qué pasó con Camila? —solté—. ¿Por qué la abrazaste así? ¿Sigues enamorado de ella?

Fernando me miró serio, dejó los cubiertos a un lado y sonrió

—¿Estás celosa?

—Sí —admití—. No pienso negarlo, me muero de celos.

Se levantó, vino hacia mí, se agachó a mi lado.

—Tú eres mía, Alondra. ¿Lo sabes?

Asentí, sin poder hablar, solo viendo su rostro verme con devoción

—Y yo soy tuyo, Aunque a veces no lo parezca.

Me besó con dulzura, luego con fuego, Me tomó de la mano, me hizo levantarme, Caminamos despacio hasta su habitación.

Me agarró de la cintura, sin brusquedad, pero con firmeza.

Me besaba el cuello mientras sus manos subían por mis piernas. Me quitó el vestido y me dejó en ropa interior, Luego, me la quitó también, Me desnudó completa, sin dejar de besarme.

Me empujó sobre la cama.

—Abre las piernas —ordenó con voz ronca.

Lo hice.

Él bajó la cabeza y empezó a lamerme, fue increíble, sin prisa, pero con intensidad, Su lengua jugaba conmigo, Me metía los dedos, me lamía el clítoris, me lo succionaba justo como sabía que me volvía loca.

—Me voy a venir —gemí—. No pares. ¡Sigue! ¡Sigue ahí! ¡Me vengo! ¡Me vengo!

Grité y me corrí temblando en la cama, Me temblaban las piernas, los muslos, todos , Me cubrí la boca con una mano para no sonar como una desquiciada, pero era tarde, Me había venido como nunca.

—Ahora tú —le dije, aún jadeando—. Quiero devolverte el favor.

—¿Estás segura?

Asentí, bajando la mirada.

—Solo… guíame. No lo hago tan seguido.

Él se recostó, se quitó la ropa, y su erección estaba lista para mí, era grande y dura como una roca.

Me arrodillé entre sus piernas, lo agarré con cuidado.

—Mírame —me dijo—. Primero usa la lengua. Lamelo de abajo a arriba despacio Así… despacio.

Lo hice, Lamí y bese, Luego empecé a meterlo en la boca. Él gemía bajo. Me acariciaba el pelo.

—Ahora usa tus senos —susurró.

Me detuve, lo miré.

—¿Así?

Puse su miembro entre mis pechos y apreté. Empecé a moverlos, como él me enseñó. Era la primera vez que hacía eso, una paja rusa y lo estaba volviendo loco.

—Eso es, preciosa… sigue así… voy a venirme…

Aceleré, Lo vi cerrar los ojos, tensarse, gemir con fuerza.

Y se vino, en mis pechos, me los cubrió por completo, Su respiración era pesada, Su mano seguía en mi cabeza.

Me sonrió.

—Nadie me hace sentir como tú.

Me levanté de la cama aún con el cuerpo temblando, sabía que esto seguía por horas, se acercó con una sonrisa, me besó despacio, recorriéndome con los ojos.

Sacó un condón del cajón de su mesa de noche.

—No —le dije bajito—. Quiero sentirte, si tú quieres no usemos protección quiero tenerte completo para mí.

Me miró serio, como si no esperara eso, peor sonrió

—He estado rogando porque me pidas eso, Alondra.

Se acercó de nuevo, me empujó sobre la cama con seguridad y rebote en el colchón, Me abrió las piernas y justo cuando iba a metérmela...

Golpes fuertes en la puerta, eran seguidos, urgentes y con rabia, le pedí que no abriera, era nuestro momento, necesitaba tenerlo en mi.

Nos quedamos congelados al escuchar la voz de quien era.

—¡Fernando! ¡Ábreme ahora mismo!

Reconocí la voz al instante.

Julián, El papá de Andrés y el Hermano de Fernando.

—Mierda —murmuró él, y me lanzó la ropa en silencio—. Escóndete. ¡Rápido!

Corrí al baño, temblando. Cerré la puerta sin hacer ruido, Me puse el vestido como pude y apagué la luz.

Me quedé pegada a la pared, con el corazón a mil por hora.

Escuché cómo abría la puerta.

—¿Qué mierda estás haciendo? —gritó Julián.

—¿Qué te pasa? —respondió Fernando, tenso.

Julián se cayó un momento

—Me llamaron del club. Dijeron que estabas hablando con Camila. ¡¿Otra vez?! ¡¿En serio?!

—No es asunto tuyo.

—¡Claro que sí lo es! —gruñó Julián—. No voy a permitir que vuelvas a arruinarlo todo por una mujer que no vale la pena. Ya cometiste ese error una vez, no voy a dejar que lo repitas.

—Déjame en paz, Julián. Es mi vida.

—Si te metes otra vez con ella, te saco de la empresa. Te saco de todo, No cuentes conmigo, no cuentes con nada.

Hubo un silencio tenso, Luego escuché la puerta cerrarse de golpe.

Esperé unos segundos antes de salir, Fernando estaba sentado en la cama, con la cara seria, la respiración agitada.

—Lo siento —dijo—. No quería que escucharas eso, y que te escondieras así.

—¿Por qué dice eso de Camila? ¿Por qué la odia tanto?

Él negó con la cabeza, no quería responder, era una historia que se notaba lo lastimaba.

—¿La amas? —pregunté, tragando saliva esperando la peor respuesta posible

Me miró y tardó unos segundos en hablar.

—La amé, En el pasado, pero ahora… ahora tú eres mi vida.

No dije nada, me acerqué, lo empujé sobre la cama y me subí encima de él.

—Demuéstramelo.

Me senté sobre su verga dura.

Entró en mí lento, sin protección, como lo había querido, Gemí fuerte y empecé a moverme, cabalgando con fuerza, sintiéndolo completo dentro de mí.

—Eso… así, Alondra… joder… estás tan mojada…

—Me estoy viniendo —gemí—. Te siento tan profundo…

—No pares… Mírame… adueñate de mi, termina sobre mí.

Lo monté más fuerte, Mis pechos rebotaban, Él me agarraba las caderas con fuerza, jadeaba, me decía cosas sucias.

—Déjame terminar dentro —suplicó.

—Sí… quiero tu leche… quiero sentirte llenándome…

Y nos vinimos al mismo tiempo.

Yo grité y me arqueé.

Lo sentí explotar dentro de mí y el gruñó con la cara roja, los músculos tensos, el cuerpo temblando.

Caí sobre su pecho, jadeando. Estábamos empapados en sudor.

—¿Qué va a pasar con

nosotros? —pregunté en voz baja—. ¿Qué pasa si me caso con Andrés?

Él me agarró de las mejillas, fuerte, mirándome directo a los ojos.

—No voy a dejar que estés con otro. Nunca. Te lo juro.

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