Capítulo 2 AFRODITA

Capítulo 2

No sabía qué hacer con tanto dinero. Cinco mil dólares por una sesión. Era más de lo que había visto junto en toda mi vida.

Omar me abrazó de nuevo y me repitió que había nacido para esto. Que tenía que seguir conectándome, que no lo desaprovechara. Que “las nuevas no siempre pegan más”. Yo no podía ni hablar.

Cuando llegamos a casa de Luisa, ella ya lo sabía todo. Sonrió como si hubiera ganado la lotería.

—Lo lograste, puta santa —me dijo bromeando, mientras me daba un abrazo fuerte—. En una sola noche hiciste lo que otras no logran en meses.

Me puse roja.

—No digas eso…

—No es un insulto. Es un poder, usalo. Pero asegúrate de que Mr. Smith sea solo tuyo. Ese hombre vale oro.

Le hice caso.

Pagué el semestre completo de la universidad. Cubrí todas las deudas del hospital por los tratamientos de mi mamá, por primera vez en meses, respiraba en paz

Cuando volví al estudio, noté que las otras chicas me miraban diferente. Unas con curiosidad, otras con envidia. Pero la peor fue Cassandra.

Alta, bronceada, con cuerpo de modelo de portada. Apenas me vio, se acercó y me empujó con el hombro.

—Mr. Smith es mío —me dijo con los dientes apretados —. Llevamos meses juntos, No te metas con él.

No entendía nada, apenas iba a responderle cuando Luisa se interpuso.

—Acéptalo, Cass. Ya no eres la única reina aquí. Juliana es más hermosa que tú, Ya tienes competencia.

Cassandra se rió con desprecio.

—Esto no se acaba aquí, está estúpida nunca será una competencia.

Luisa me llevó al cuarto.

—No le hagas caso. Esa zorra está ardida porque por primera vez alguien le quitó la atención.

Me conecté. Estaba nerviosa, pero emocionada. Esperaba ver el nombre de Mr. Smith entre los conectados. Esperé… y esperé… pero no apareció.

Omar me escribió por el chat interno:

“No lo esperes. Haz tu show. Quiero verte brillar.”

Respiré hondo. Le di a iniciar. Varios hombres se conectaron al instante. No sabía qué decir.

—Hola… soy Afrodita … la verdad, no sé mucho de esto. Nunca me había tocado antes de ayer… así que si quieren enseñarme, pueden hacerlo…

Los comentarios no se hicieron esperar.

“Te enseño lo que quieras, bebé.”

“Baja la mano, tócate.”

“Métete los dedos ya.”

“Quítate la ropa, mamita.”

Comenzaron a llegar solicitudes de chat privado. Una tras otra. Se me llenó la bandeja. Todo el sistema se saturó y la conexión se cayó por un momento. Me asusté.

Salí del cuarto y Omar estaba feliz, Literalmente saltando de alegría.

—Eres una estrella, niña. Pero no aceptes privados todavía. Haz shows públicos. Que todos te vean, que todos te deseen. Después cobramos más caro.

Volví a entrar. Inicié otra transmisión. Esta vez estaba más segura. Me senté frente a la cámara, ya en ropa interior. El chat explotaba.

—Nunca pensé que esto me excitaría —dije—. Pero creo que me gusta que me miren.

Me toqué el cuello, los senos, bajé la mano entre las piernas. Me sentía caliente. Torpe, pero caliente. Metí la mano por dentro de las bragas, acariciando mi humedad

—Díganme qué hacer —susurré.

Las órdenes llegaban:

“Tres dedos.”

“Abre las piernas.”

“Muéstranos tu cara cuando te vengas.”

“Imagina que soy yo tocándote.”

Cerré los ojos. Pensé en él. En Mr. Smith. En su voz, en cómo me guió. Imaginé su mirada mientras me decía qué hacer.

Moví los dedos con más fuerza. No sabía si lo hacía bien, pero el calor subía por todo mi cuerpo. Mi espalda se arqueó. Empecé a jadear. El chat se llenó de gritos, emojis, regalos.

—¡Sí… sí…! —grité sin pensar.

Sentí el orgasmo como una descarga, mojé todo, un squirt caliente me empapó los muslos, el asiento y el suelo

Apagué la cámara con la mano temblando. Respiraba como si hubiera corrido una maratón.

Omar volvió a escribir:

“Eres oro puro.”

Cuando terminó el día, otra vez había sido la que más dinero recolectó. Omar me lo dijo con una sonrisa, mientras me mostraba las estadísticas de la página. Ni siquiera entendía bien los números, pero sabía que estaba arriba de todas.

Cassandra pasó por mi lado sin mirarme. Pero antes de salir del cuarto, se giró y sonrió

—Mr. Smith se conectó conmigo, no contigo. Para que lo sepas.

No respondí. Pero me dolió. Fingí que no, que no me importaba, que era parte del juego… pero si me molestó.

Me había ilusionado estúpidamente con alguien que ni conocía. Un usuario detrás de una cámara.

Durante los siguientes días, me convertí en la sensación de la página. Hombres se conectaban solo para buscarme. Pedían privados conmigo, mandaban regalos, hacían filas virtuales por mí. Todos querían más. Decían que mi inocencia era real, que no fingía los orgasmos, que me entregaba de verdad Y tenían razón.

Yo solo pensaba en él. Mr. Smith, me tocaba frente a todos, pero lo imaginaba a él. Pensaba en su voz, en cómo me habló la primera vez. En cómo me hizo llegar al orgasmo como si conociera cada parte de mi cuerpo.

Una noche, mientras hacía un baile lento en el show público, apareció su nombre en la pantalla. Mr. Smith está conectado.

El corazón se me aceleró, Acepté el privado sin dudar, apenas lo vi, sonreí.

—¿Por fin te soltó Cassandra? —le pregunté con sarcasmo, aunque en tono celoso.

Él se rió, tranquilo, como si nada.

—No me había conectado por trabajo. Pero ya veo que estás más liberada.

—He aprendido a tocarme… y a que me miren —confesé—. Me gusta más de lo que pensé.

—Se nota. Estás distinta, más segura. Más… dueña de tu pasión

Me acomodé frente a la cámara, sintiéndome más fuerte.

—¿Y tú? ¿Por qué volviste?

—Porque no dejé de pensar en ti.

Tragué saliva, sentí cómo me temblaban los dedos.

—He visto muchos shows tuyos. Desde fuera, eres especial, Afrodita.

—Gracias.

—Por eso quiero dar el siguiente paso contigo —dijo él—. Si de verdad eres virgen… quiero ser el primero.

Me congelé, lo miré fijamente a través de la pantalla sorprendida

—¿Qué?

—Sí. Quiero pasar un fin de semana contigo. Solo uno, si al final decides darme tu virginidad, bien. Si no, igual te pagaré.

—Eso no se puede. Está prohibido, no podemos vernos con los clientes, estoy siendo monitoreada. Hay reglas en la agencia.

—Yo me encargaré de todo. No tienes que preocuparte. Nadie lo sabrá. Solo tú y yo. Prometo no tocarte si no quieres, Solo quiero estar contigo..

Me crucé de brazos, tensa.

—¿Y por qué yo? Hay chicas con experiencia. Más guapas. Más atrevidas. Ya estuviste con Cassandra.

—Ninguna de ellas me hizo sentir lo que tú. Tu primera vez me pertenece. No quiero verla… quiero vivirla.

—No es tan simple.

—Claro que no. Por eso te haré una oferta.

Hizo una pausa.

—Te daré cien mil dólares por ese fin de semana. Hagas lo que hagas. Aunque no pase nada. Aunque solo hablemos.

Se me secó la garganta.

—Estás loco —susurré.

—Tómate tu tiempo. Piensalo bien, Yo te quiero para mí. No como cliente, como hombre. Pero si no lo quieres… solo dime y no insistiré.

No respondí y corté la sesión.

Apag

ué la cámara, me levanté de la silla y me encerré en el baño.

¿Estaba tentada? Sí.

¿Era inmoral? Tal vez.

¿Lo deseaba? Mucho más de lo que me atrevía a admitir.

Capítulo anterior
Siguiente capítulo