Capítulo 5 MI PASADO

Capítulo 5

Había pasado un año...

Un año desde aquella isla, desde aquel adiós, cuando me enteré que el estaba casado.

Se que parecía estupido que lo dejara solo por eso, pero mi madre siempre fue sincera conmigo, ella fue amante de mi papá.

El la dejo sola en el embarazo, nunca me reconoció y mi madre se llevó la peor parte de esa relación, me hizo jurar desde siempre que no me metería con un hombre casado, y no podía romper esa promesa.

Dejé atrás a Afrodita, la cámara, la agencia… y me enfoqué en lo mío. Estudiaba Derecho en una buena universidad, esta vez sin beca y sin preocupaciones económicas.

Con parte del dinero que me dio Mr. Smith, puse una tienda de ropa en línea que Luisa y yo manejábamos. Vivíamos bien.

Ella sí siguió en la agencia. Nunca la juzgué, cada una sobrevive como puede.

Últimamente, estaba saliendo con un chico, se llamaba Patrick Smith. Tenía algo especial. Era inteligente, carismático, muy caballeroso, y guapo.

Estudiaba derecho conmigo, lo conocí en la facultad y tuvimos química, pero yo no podía sentir nada por nadie, le ofrecí amistad, aunque el quería más, tener una relación formal, me lo dejó claro más de una vez.

—Solo piénsalo —me dijo—. No te estoy presionando, pero me encantas y quiero que seas mi novia, que digo mi novia, mi esposa.

Le pedí unos días, no quería hacerle daño, no me gustaba jugar con los sentimientos de las personas, como Mr Smith jugó con los míos.

Esa noche, cuando llegué al departamento, escuché a Luisa hablando por teléfono. Estaba muy ansiosa, Hablaba con Omar, mi ex jefe.

—No tengo cómo seguir, Luisa —decía él—. Me estoy quedando sin modelos. La mayoría se fue a la agencia nueva. Y mi mamá… le detectaron cáncer. No tengo con qué pagar su tratamiento.

Esas palabras me helaron. Sentí el mismo nudo que había sentido cuando mi madre enfermó. Recordé todo, la desesperación y la impotencia de no tener dinero

—Voy a ayudarte —le dije a Luisa en cuanto colgó.

—¿Qué?

—Le voy a ayudar a Omar, lo que necesite.

Ella me miró en silencio unos segundos, luego dijo:

—Podrías hacer un último show. Solo una noche. Que vuelva Afrodita, un show lésbico conmigo, sería un boom.

Abrí los ojos, horrorizada.

—¿Estás loca? No. ¡No! No aquí, Tenemos una vida nueva, Luisa. si me descubren, todo se arruina.

—Solo sería una vez, y no nos verán, Con antifaz como antes

—No.

Omar llamó de nuevo, le contó la idea, el me suplico, su voz temblaba y empezó a llorar.

—Es mi mamá, Juliana. No te pido caridad. Solo una noche.

Luisa me miró. Me tomó de la mano.

—Somos amigas. Será divertido

Cerré los ojos. Y acepté.

Esa noche, nos conectamos desde una habitación privada. Luisa se vistió de rojo. Yo me puse el antifaz blanco y lencería clara. La página colapsó con tantos usuarios conectados.

Miles de regalos, de comentarios. Fue una locura.

Luisa me abrazó por la espalda. Me besó el cuello. Yo cerré los ojos, sentía miedo… pero lentamente el morbo, la situación me fue excitando.

—Eres mía esta noche —susurró—. Mi Afrodita.

Me besó en la boca, me acarició los senos, bajó por mi abdomen y metió los dedos dentro de mí mientras yo me retorcía.

—Mírate… mojada por mí… ¿cuántas veces pensado en este momento? Porque tú eres mi mayor fantasía, me masturbo pensando en ti cada noche ¿Te gusta?

—No… no sé… —gemí.

—Sí sabes, te gusta, te encanta cómo te hago venir.

Y lo hizo. Me masturbó con precisión y con ritmo. Me besaba mientras me hacía gemir. Su lengua en mi pecho, sus dedos dentro, su cuerpo contra el mío. Me vine sobre su mano, arqueándome, sin fingir.

—Te amo, Juliana… —susurró—. Eres toda mía…

Entonces lo vi.

El nombre en pantalla que seguía en mis pensamientos

Mr. Smith, estaba conectado y pidiendo un privado.

Mi cuerpo se congeló.

Luisa quiso cerrar la sesión cuando vio su nombre, pero yo le tomé la mano.

—Déjame hablar con él. Ya hicimos lo que Omar necesitaba. Ahora déjame cerrar este ciclo.

Ella dudó, pero accedió, se despidió de los que nos vieron y se fue molesta de la habitación.

Acepté el privado.

La pantalla cambio, no había cambiado, Seguía igual de atractivo, aunque sus ojos no brillaban como antes.

—Afrodita… —dijo con rabia —. ¿Dónde estuviste? ¿Por qué huiste así?

—No tengo nada que decirte.

—Te he buscado por todos lados. No te imaginas lo que fue… un día estabas ahí y al siguiente desapareciste. ¿Por qué?

Lo miré con frialdad.

—Porque descubrí quién eres. Tu esposa llamó ese día. Dijo que te esperaba con empresarios. Y que tu hijo llegaba ese mismo día. ¿Pensabas que iba a quedarme ahí, esperando como una idiota? Me querías para tu amante de turno.

Él bajó la cabeza, pero luego me sostuvo la mirada.

—Déjame explicarte.

—No quiero explicaciones. Ya está claro. Yo solo era la mujer de la cáma, la que querías como amante.

—No. Escúchame… esa mujer… es solo una imagen que debo mantener. Es lo que esperan de mí en el negocio, en la política, en todo. Pero contigo es diferente, tú eres mi escape.

—¿Y crees que eso me consuela?

—Te amo.

—No. No digas eso, no me busques más, No me mires más, no quiero saber nada de ti

Cerré la sesión y apagué todo. Me temblaban las manos, Luisa se me acercó, me abrazo y empezó a besarme el cuello con pequeños besos.

—¿Qué haces? —La empuje un poco

—¿Que pasa?¿Porque me hablas así?

—¿Por qué me besas en el cuello?

—Era una broma, somos amigas

—No me gustó.

—¿No te gustó o no quieres que te guste?

—No empieces, Luisa solo fue una noche, no lo confundas, solo somos amigas.

Ella bajó la mirada, herida. Pero no respondió, creo que las dos queríamos hacer de cuenta que no existía esa tensión entre las dos.

A la mañana siguiente, me arreglé temprano. Busqué a Patrick en la facultad.

—Sí —le dije—. Quiero ser tu novia.

Sonrió ds inmediato, Me levantó del suelo, girando conmigo.

—¡Le voy a decir a mi mamá! —gritó—. ¡Por fin!

—¿A tu mamá?

—Sí. Quiere conocerte, te va a adorar. ¿Vienes a almorzar con nosotros?

Asentí. No podía negarme después de esa actitud feliz y emocionada.

Llegamos a su casa en auto, Una casa elegante, sobria de dinero, Su madre me miró de arriba abajo. No me sonrió.

—Pasa. Siéntate. Tu padre llega en unos minutos.

Me senté con las manos en las rodillas, tensa.

Entonces escuché la puerta.

Patrick sonrió.

—Papá, invite a mi novia, Quiero que la conozcas.

Me giré y ahí estaba, Mr. Smith.

Mi corazón se detuvo, nos miramos, el también

quedó en shock.

Patrick no entendía nada.

—¿Se conocen?

Yo no podía hablar, Mr. Smith tampoco, solo nos miramos como si el pasado hubiera regresado a cobrarse todo.

Capítulo anterior
Siguiente capítulo