Capítulo 50: Los récords — Parte III

La biblioteca después de horas estaba casi demasiado silenciosa, el zumbido de las viejas luces y el ruido distante de los conductos de ventilación eran más fuertes que el rasguño de la silla de Noah. Estaba sentado en un terminal en una esquina, con una sudadera gastada bien ajustada, su placa de i...

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