Capítulo 76: El peso de los nombres

El aire de la mañana era fresco e invigorante, un contraste delicioso con el calor de la piedra de la ciudad bañada por el sol que irradiaba a nuestro alrededor. Esta vez opté por el parque—no un café bullicioso con el sonido de tazas chocando ni la atmósfera estéril de una oficina, sino una extensi...

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