21: Ella no es cualquiera, es mi mujer.

El silencio se volvió pesado, incómodo. Vi cómo algunos evitaban mi mirada, mientras otros me observaban con ese brillo calculador, como si midieran hasta dónde estaba dispuesto a llegar.

Don Pietro se reclinó en la silla, evaluándome.

—Tu osadía siempre ha sido tu mayor virtud… y tu mayor defecto...

Inicia sesión y continúa leyendo