24: Una trampa bien planificada

Esa noche, Renata me observaba en silencio desde el sofá, con una manta sobre las piernas. Creía que no me daba cuenta, pero podía sentir sus ojos siguiéndome cada vez que me movía por la habitación. Yo no podía quedarme quieto: revisaba cerraduras, cámaras, rutas de escape, hablaba en voz baja con ...

Inicia sesión y continúa leyendo