27: Una ayuda negada

Me quedé mirándolo, sin poder creer lo que estaba escuchando. No podía creer que Luziano se volviera un hombre tan frío en este tiempo tan corto.

—¿Cómo que no? ¡Está herida! Luziano, no puedes dejarla así.

—Claro que puedo. Y, por cierto, en este mundo, la gente no suele aparecer desangrándose e...

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