6: Vendida
La imagen de mi padre se repetía en mi mente una y otra vez, él tenía mucha baba blanca en la boca mientras sus ojos se daban vueltas.
De cierta manera también recordaba la sonrisa de satisfacción de Hannah, me miraba con un placer muy grande y esto me daba escalofríos.
—Vamos, quiero que la despiertes —escuché una voz a lo lejos —, pero no la lastimes, es muy valiosa para nosotros. Van a dar una buena cantidad de dinero por ella y su pequeño tejido.
Un balde de agua fría fue lo que me hizo abrir los ojos. Una vez que pude aclarar la vista, fue que miré a una mujer vestida de manera estrambótica mientras fumaba un cigarrillo largo y lanzaba el humo al aire.
—Hola, pequeña —ella se acercó a mí y lanzó el humo en mi rostro, haciendo que comenzara a toser —. Creo que te tienes que acostumbrar a eso, ahora trabajas para mí y el humo es algo que sobra en el cabaret.
—¿Cabaret? ¿Cómo he llegado aquí? —me moví y supe que estaba atada —. Quiero que me suelte, mi papá necesita ayuda de manera urgente. Él no puede morir.
—Lamento decirte que él ya está muerto, fue envenenado por tu supuesta mejor amiga para que así ella te pudiera traer ante mí. Ahora no te vas a ir a ningún lado porque te vamos a subastar. Tu virginidad es algo muy valioso.
—¿Qué ha dicho? —mis ojos se abrieron con horror —. No, esto tiene que ser una broma. Mi papá no puede estar muerto y tampoco Hannah pudo haber hecho esto, definitivamente usted se encuentra mintiendo de la manera más descarada posible.
—Pues no lo estoy haciendo, pagué un precio muy elevado por ti y definitivamente voy a sacar jugosas ganancias —ella se recostó a la silla en la que se encontraba y cruzó sus piernas —. Estoy seguro de que el jefe va a estar feliz cuando se dé cuenta de que una mujer virgen se encuentra entre nosotros.
—No, usted no puede hacer esto —me sacudí con violencia —. ¡Le exijo que me suelte!
Aquella mujer me dió una bofetada tan fuerte que mi mejilla se inflamó en poco tiempo. Las lágrimas iniciales habían brincado y le daban paso a otras lágrimas que se deslizaban como si fueran cascadas.
—Tú aquí no eres nadie para exigir —ella me levantó bruscamente con ambos dedos —así que no vengas con tus exigencias porque no te van.
—No, esto no me puede estar pasando. Entienda que yo no puedo ser vendida como si fuera de la propiedad de alguien, ahora le exijo que me deje ir, por lo que más quiera.
—Lo que más quiero es el dinero y tú me lo vas a dar, así que no comiences con tus súplicas y tampoco con tus exigencias porque la próxima vez te voy a desfigurar ese bonito rostro que tienes, aunque bueno, no es conveniente hacerlo. Al final de cuentas a nadie le gusta una prostituta desfigurada, eso solo va a acortar mis ganancias y no me puedo permitir tener tantas pérdidas. Así que coopera.
Comencé a llorar, no sabía si era por el dolor de haber perdido a mi padre, por el hecho de que la mujer que consideraba mi mejor amiga me había traicionado de una manera tan ruin, porque me iban a vender como un pedazo de carne o por todas las cosas que habían pasado en tan poco tiempo.
—Quiero que te la lleves a la habitación que hemos preparado —aquella mujer miró a uno de sus empleados —trata de asegurarte que no salga huyendo, comenzaré a hacer la subasta para que oferten por ella y no nos conviene que se vaya.
No podía hacer nada, supongo que a partir de este punto solamente me tocaba resignarme de alguna manera. Aquel hombre cumplió las indicaciones que le habían dado y me fui con él de manera dócil.
—Hasta que por fin estás aprendiendo, gatita.
La risa burlesca de aquella mujer penetró en mis oídos de una manera que se quedó en ellos, no entendía el motivo por el cuál Hannah me había hecho esto. Incluso la sangre de mi padre se encontraba en sus manos y probablemente ella estaba en estos momentos disfrutando el dinero que le habían dado por mi venta.
—Este es tu cuarto —el hombre me puso frente a una puerta de madera vieja —no se te ocurra hacer alguna tontería, ¿Entendiste? Porque si lo haces, es probable que no salgas de esta con vida.
Aunque antes no me hubiera importado morir, ahora necesitaba vivir para encontrar respuestas. Debía saber el motivo por el cuál Hannah me había vendido como un trozo de carne.
—Está bien —di un paso al frente —supongo que vas a estar afuera, no puedes estar conmigo en el cuarto.
—Así es, pero te advierto que si escucho un ruido aunque sea mínimo, voy a entrar y te daré una golpiza con mis propias manos para que se te quiten las ganas de huir.
Di un paso al frente, al entrar a mi habitación cerré la puerta tras de mí y me apoyé en la misma. Aunque el cuarto tenía muchas comodidades que antes no había tenido, me sentía totalmente sofocada.
—La jaula aunque sea de oro, no deja de ser prisión.
Me fui a la cama, ahí me hice bolita y pensé en mi papá. Un dolor se hizo presente en mi pecho al recordarlo en sus últimos meses, habían sido bastante buenos y eso compensaba todos los años malos que me había dedicado.
—Papá, cuánto lo siento —tomé una almohada y la apreté contra mi pecho —en serio que no querías que tuvieras este final.
Comencé a llorar, en mi mente buscaba una posible solución a lo que se me presentaba. No deseaba estar con un hombre solo porque me compraba, en el mundo solo existe una persona con la que quería estar así y aunque no estaba presente en mi vida, lo cierto es que una parte de mí le seguía permaneciendo siendo fiel.
—Luziano, te necesito tanto en estos momentos —mis brazos abrazaron con fuerza la almohada —¿Dónde estás cuando más requiero tu presencia?
Una parte de mí odiaba a Luziano, pero la otra lo seguía amando. Me encontraba totalmente dividida en este dilema, sólo deseaba entender un poco el motivo por el cuál me había abandonado de esta manera.
Pero al final de cuentas, esto no era lo que importaba en estos momentos. Debía encontrar una manera de salir de este sitio.
—Aquí tienes tu comida —la puerta se abrió sin ser tocada —así que come porque vas a necesitar fuerzas para lo que te espera.
—¡Al menos toca la puerta! —me cubrí con la almohada y recogí mis pies —no pienso comer, estaré en huelga de hambre hasta que me dejen salir de este sitio.
—Pues entonces vas a morir —él puso la taza con la comida en la mesita de noche —si no quieres enfadar a madame, te sugiero que comas hasta la última lenteja que viene ahí.
Aquel hombre se fue y me dejó con la comida ahí, sabía bien que morir no era una opción, así que al final tuve que comer.
—Debo encontrar respuestas, así que es necesario mantenerse con vida.
Terminé la comida y regresé a la cama, quizás si me portaba dócil y obediente podía ganarme el favor de la famosa madame.
—Muy bien —el hombre entró luego de un rato y miró el plato vacío —al parecer no eres tan tonta como creemos, espero que puedas mantenerte así de dócil.
—No quiero causar inconvenientes —respondí mientras bajaba mi rostro —espero que tenga eso en consideración y no me vayan a maltratar.
—No te preocupes que eres una mercancía demasiado valiosa y cualquiera que te quiera hacer daño va a recibir el doble de daño por mano de madame, así que tranquila en ese aspecto.
Siendo sincera no sabía si sentirme tranquila o no, me preguntaba cómo podía salir de aquí. No quería que el trato se hiciera y que un asqueroso me tomara a la fuerza.
—Luziano, cuánto te necesito en estos momentos.
Me hice una bolita y me cobije, el cansancio estaba tomando posesión de mi cuerpo, pero no podía dormir en completa paz porque tenía miedo de que en el momento en que estuviera durmiendo terminaría por ser vendida a algún viejo asqueroso.
Pude escuchar las risas de las mujeres, las voces de los hombres y los pies corriendo en el pasillo. Incluso cosas que nunca antes había escuchado y que me hubiera gustado que permaneciera de esa manera.
—Lo mejor es que te cubras los oídos, Renata —puse mis manos en mis oídos —ya quiero que el día llegue, que el día llegue.
Me quedé dormida, no pude resistir demasiado tiempo y de cierta forma era mejor, al final de cuentas no quería escuchar todo lo que estaba pasando allá afuera…

















