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Una asistente para el heredero ciego

Una asistente para el heredero ciego

M.T · En curso · 35.4k Palabras

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Introducción

Adeline Leroy termina en las garras del insufrible Nolens Edgerton, un joven discapacitado que perdió la vista siendo tan solo un niño y que desde aquel entonces se convirtió en un tipo frívolo y cruel. Su trabajo solo consiste en trabajar como su asistente y organizar la nueva vida del joven heredero durante tres meses, pero durante todo ese tiempo, este le hará la vida casi imposible, hasta un incidente donde el joven Nolens termina descubriéndose a sí misma y la razón del porqué suele hacer sufrir a la gente que le rodea, porque detrás de su ceguera hay un secreto del cual él nunca pudo hablar.
Es a partir de ese momento en que Adeline cree que su jefe no es tan malo como parece y de aquella relación de trabajo poco a poco se convierte en algo mas

Capítulo 1

Admiro el paisaje que se observa fuera de la ventanilla, nunca antes vi campos tan verdes como estos, incluso me parece que el aire aquí huele diferente, aunque probablemente sea el aromatizante del taxi por aplicación que tome para llegar a este lugar. Suelto un largo suspiro, emocionada por llegar. Este trabajo es un cambio radical a la vida que he llevado los últimos dos años, pero si llegue hasta aquí es por el arduo trabajo que realice durante todo ese tiempo y quizás ahora valga todos los sacrificios que tuve que hacer en aquel entonces.

Por supuesto que mudarme de Londres a Gales no es precisamente algo fácil de asimilar, pero la paga vale la pena y el trabajo no es difícil, de hecho se supone que solo seré una asistente.

Vuelvo la vista cuando escucho que el GPS marca que mi destino se encuentra a pocos metros de distancia. Estaba tan metida en mis propios pensamientos que no vi como nos acercamos a una lujosa y elegante mansión. La mansión Edgerton, según tengo entendido. Cuando el taxi rodea una hermosa fuente, la cual tiene tallada dos hermosos querubines que parecen jugar con el agua, yo aprieto mi mano a mi pecho porque este trabajo significa mucho para mi carrera, es la primera vez que alguien tan importante me contrata como asistente personal y aunque se supone que solo será por tres meses, este trabajo tiene el poder de cambiar un antes y un después en mi carrera.

Cuando el taxi se detiene, tomo una bocanada de aire y enseguida abro la puerta para salir de ahí. Lo primero que hago es echarle un vistazo al sitio mientras el conductor baja mi maleta de la parte trasera de su auto y una vez que la deja sobre el suelo, yo acudo a pagar, aunque cuando el asunto queda arreglado me siento un poco extraña de no ver a, técnicamente, nadie esperándome. Darme cuenta de que mi llegada pudo ser irrelevante para la gente que me contrato, me hace sentir un poco incómoda porque no sé qué hacer o a donde dirigirme, así que tomo mi maleta y la oprimo con fuerza para acercarme a la puerta principal mientras el taxi vuelve a rodear el camino principal para abandonar el sitio.

Lo primero que noto es que no hay timbre o al menos no en el sitio donde debería estar, sino que en su lugar hay una especie de cuerda que está atada a una campanilla en lo alto de la puerta. Es muy extraño, pero aun así toco la campana de manera sutil porque no quiero importunar a la gente de este sitio con el ruido, pero los siguientes segundos nadie sale a recibirme, por lo que al final, creyendo que esa absurda campana está de adorno, al final decido darle un par de golpes a la puerta; sin embargo, al hacerlo noto que la puerta principal cede ante el primer golpe más no porque alguien en el interior la hubiese abierto, sino como si esta hubiese estado siempre abierta.

—Buenas tardes—digo para anunciar mi presencia, pero aparentemente, el vestíbulo está vacío. Mi lado curioso, el que está ansioso por conocer el lugar, me susurra que debería entrar y explorar un poco por mí misma, porque este sitio parece haber salido de un cuento de hadas, además de que los propietarios deben ser dueños de alguna empresa o mínimo ser parte de la aristocracia inglesa porque de lo contrario no sé como podría pagar el mantenimiento de un sitio tan impresionante. Al final vuelvo a dejar la puerta, tal y como estaba, pero al momento de hacerlo, me parece escuchar ruido, detrás de mí.

—¿Puedo ayudarle en algo, señorita?—expresa una voz femenina y al volver la vista veo a una joven de cabello castaño oscuro, esbelta figura, aunque oculta detrás de una ropa un tanto reservada para alguien de tal dulce sonrisa como la suya.

—Que tal, mi nombre es Adeline Leroy, soy la nueva asistente del señor Edgerton...—le informo mientras le extiendo la mano y ella, en respuesta, esboza aún más su delicada sonrisa.

—Mi hermano me dijo que había encontrado a la asistente perfecta, pero no dijo que sería tan bonita como tú—expresa mientras me mira de arriba abajo, pero en realidad no sé si deba tomar sus palabras como un halago o acaso solo está siendo cortes conmigo, aun así sonrió un poco.

—¿Usted es la hermana del señor Edgerton?—cuestiono algo desorientada con la situación, porque el joven que me contrato no me dijo mucho acerca de la familia Edgerton.

—¡Oh, no, querida!—dice mientras me toca el hombro para indicarme avanzar para continuar nuestra conversación, tal vez en el interior de la mansión, así que la sigo y ella, enseguida, se da cuenta de que la puerta está abierta—¡Ay, no, de nuevo deje la puerta abierta!

Sin decir nada más, solo se asoma mirando hacia todos lados, como si temiera que alguien adentro pudiese enfadarse por su equivocación. Cuando se asegura que no hay nadie a la vista, me indica con la mano seguir al interior.

—Disculpa, es que si la señora Fitzroy se da cuenta de que volví a dejar la puerta abierta, volverá a enfadarse conmigo—murmura, quizás temiendo que aquella mujer pueda salir del muro, tal y como si fuera un fantasma solo para atormentarla— como te decía, quien te contrato fue mi hermano Sebastián, yo soy Anne Evenson. Nosotros solos somos amigos de Nolens, Noles Edgerton, tu nuevo jefe.

—Oh, entiendo—expreso algo desconcertada de que ella me reciba, cuando en realidad parece ser que ella es una invitada del señor Edgerton— aunque tengo una pregunta. ¿Ustedes tambien trabajan para el señor Edgerton?

La señorita Evenson suelta una pequeña carcajada y se vuelva hacia mi cuando llegamos a la escalera solo para negar con la cabeza.

—No, en realidad mi hermano y yo solo estamos preocupados por nuestro amigo, su familia fallecio y él heredo todo lo que tus ojos ven—dice, pero aunque ella lo pronuncia con total normalidad, yo no puedo evitar impactarme por la terrible noticia y aunque me gustaria saber como es que toda la familia fallecio, en realidad me guardo mis imprudentes preguntas para otro momento —tiene muchos asuntos pendientes por solucionar, pero mi hermano Sebastian tuvo que salir del pais por trabajo y yo pronto me reunire con él, asi que esperamos que tu sepas organizar todos sus pendientes porque de otra forma creo que Nolens perdera la cabeza.

—No se preocupe por eso, tengo bastante experiencia en el campo—digo con cierta confianza para tranquilizarla.

—Por favor, deja tus cosas aqui, te llevare con Nolens, creo que aun sigue en la sala—supone, pero yo no la cuestiono porque me inquieta conocer tan pronto a mi nuevo jefe, asi que dejo mi maleta en el suelo y cuando la señorita Evenson comienza a caminar, yo trago saliva al sentirme nerviosa.

Mientras recorremos la mansion, mi mirada se pierde en la magnificencia del lugar, no solo es elegante, sino tambien algo inquietante, porque me parece algo inaudito que incluso existan detalles sobre la piedra de algunos sitos, sobre todo en las esquinas que dan la impresion que algun artesano se corto varios dedos ahi.

Luego de algunos minutos, descubrimos al dueño del sitio y en efecto, él esta, tal y como su amiga lo supuso, sentado en una sala ostentosa y por supuesto, vistosa. El hombre es de cabellera rubia, bien peinada, aunque tiene la mirada inclinada sobre un libro, el cual esta leyendo de una forma extraña, es decir, esta tocando sus paginas.

Es bastante atractivo, tanto como para distrearme observandolo mientras trabajo, temo que eso pueda ser un problema y aunque pocas cosas suelen llamar mi atencion como para olvidar por un momento mi trabajo, un hombre como él no es tan facil de encontrar por las calles. Algo que me llama mucho la atencion son algunos puntos en su rostro, me parece que son lunares que le dan cierto toque encantador porque el primer lunar que veo esta justo sobre su pomulo y el siguiente esta tan solo uno o dos centimetros mas abajo, en total son cuatro, pero todos siguen una linea imaginaria que estoy segura podria ser perfecta si alguien se atreviera a trazarla con un marcador en su rostro.

Sus labios son rosados, algo poco frecuente en los hombres, pero no desentona con sus facciones sino que le dan un toque sofisticado. Me parece que es un hombre al que podria describir como la estaua de un angel hecho hombre.

—¿Anne?—pronuncia y su voz es algo extraña, no tan varonil, pero tan poco femenina, quizas podria ser una mezcla entre ambas, no sabria decir, pero su voz es agradable.

—A ti nadie te puede engañar ¿Cierto?—se queja la señorita Evenson —tus oídos son tan finos como los de un ratón.

—Tú y tu necedad de compararme con un maldito ratón—se queja el pobre hombre, pero, aunque sus palabras suenan serias, igual puede estar bromeando, no sabría decirlo ya que no lo conozco, aun—¿Quién es tu amiga?

—¿Como sabes que es una mujer?—cuestiona la señorita Evenson y su pregunta me desconcierta un poco. Cuando vuelvo la vista observo que él, quizas exasperado por haber sido interrumpido, cierra su libro sin dejar un separador en su interior de manera abrupta y enseguida levanta la vista.

Lo que observo me deja atonita y tambien me confunde un poco porque al momento en que me contrataron, nadie me dijo absolutamente nada sobre esto. Mi jefe, el señor Edgerton es ciego.

Sus ojos parecen estar cubierto por una especie de tela blanca que le impide ver, de hecho sus ojos permanecen estaticos, aunque su rostro se dirige a nosotras.

—Simple, querida Anne—responde el señor Edgerton con una sonrisa, me parece que algo molesta— reconozco tu andar, pero escuche algo más sonoro, un caminar diferente, de hecho, podría apostar que la razón podría ser que lleva puestos un par de zapatos de tacón y a pesar de que se supone que esta la alfombra para amortiguar el sonido de los pasos aquí, esta mujer parece que camina como un maldito elefante y a menos de que sea un hombre afeminado, supongo que es una mujer.

Las palabras que salen de su boca parecen dagas que se insertan en mi orgullo. ¿Como se atreve a hablarme de esa forma sin siquiera conocerme?

—Nolens, por favor cuida tu modales—advierte su pobre amiga, quien me mira apenada por lo impertinente que ha sido mi supuesto nuevo jefe. Yo trato de sonreirle para hacerle saber que nada ha pasado, no solo porque él es ciergo, sino porque igual existe la posibilidad de que él conviva de esa forma con su amiga.

—¿Cuidar mi modales, Anne?—cuestiona el hombre con una blanca sonrisa descarada— no he sido yo quien interrumpio sus lectura ¿No?

—Bien, lo lamento, es solo que te queria presentar a la señorita Adeline, ella va a ser...

—Creo que quedo claro la ultima vez que hable con Sebastian que no necesitaba a nadie para resolver mis problemas—pronuncia mi jefe con obvio desden y no sabria decir si su molestia es por el hecho de haber perdido a su familia o porque sus amigos quisieran ayudarlo.

—Por favor Nolens. ¿No puedes dejar un momento esa actitud tan pesada?—se queja la señorita Evenson y por lo que escucho, creo que la actitud de ese hombre es por lo general, de ese modo y eso me inquieta un poco porque si algo no tolero, es a jefes que se creen la gran maravilla solo por hacer dinero—Sebastian y yo solo estamos preocupados por ti, no podre viajar tranquila, sabiendo que te quedaras solo y con tanto por hacer.

—¿Acaso la señora Fitzroy no cuenta?—manifesto el hombre cruzando la pierna y colocando su mano sobre el respaldo del sofa.

—Sabes bien a lo que me refiero—le respondio su amiga cruzandose de brazos, quizas algo exasperada por la actitud del hombre quien no debia tener mas de treinta años, pero tenia la actitud de un adolescente. Quise creer que era tan solo un tipo rico y mimado que creia que podia tratar a sus empleados como bien se le viniera en gana, pero de ser asi. ¿Porque tendria de amiga a alguien tan dulce como la señorita Evenson?

Quise darle el beneficio de la duda y atribuirle su rechazo hacia mi, tan solo porque seguramente estaba en duelo y recuperandose de perder a su familia, ademas de que su mejor amigo parecia no estar en el pais y su hermana lo seguiria, asi que el pobre hombre debia sentirse demasiado agobiado por todo.

—Por favor, esto sera solo hasta la operacion, despues puedes hacer lo que quieras, pero mientras Sebastian ni yo estemos aqui para ayudarte, quisieramos que aceptaras a esta chica para organizar todo lo que necesites ¿Si?

Hubo un silencio mientras el joven frente a nosotras lo meditaba.

—¿Solo hasta la operacion?—cuestiono y aunque yo no entendi a que se referian con "Operacion" intui que eso significaba que tendría el trabajo a pesar de todo.

—Si, Sebastián y yo volveremos para cuidarte hasta que te quiten las vendas, esperamos pasar aquí unas semanas y luego volver a Boston para continuar con mi tratamiento. ¿Que dices?

—Digo que odio que Sebastian haga planes sin consultarme y que tu le sigas el juego a sus tonterias, pero tambien entiendo que se preocupan por mi y que ambos tenian planes antes de que todo esto pasara—dice él mostrando un poco de cordura—asi que solo porque tu me lo pides, aceptare la ayuda que me ofrecen siempre y cuando no vuelva a ocurrir nunca mas. ¿Entendido?

—Puedo conformarme con eso—expresa la señorita Evenson con una sonrisa mientras que su amigo el señor Nolens Edgerton tiene una expresión un tanto arrogante soberbia.

—Bien, siempre y cuando no sea un estorbo para nadie más en esta casa, búscale un espacio en una de las habitaciones— ordena mientras se levanta de su lugar para tomar una especie de bastón extendible que usa para moverse por la habitación y sin decir una sola palabra más, el hombre se va sin decir una sola palabra, aunque la señorita Everson se vuelve hacia mi entre emocionada por haber obtenido la victoria y al mismo tiempo apenada por lo que he presenciado.

—Por favor, sígueme te mostrare tu habitación—dice mientras me hace una señal para que la siga, supongo que al mismo lugar donde deje mi maleta antes, solo espero que ese hombre no se tropiece con ella.

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© 2020-2021 Val Sims. Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta novela puede reproducirse, distribuirse o transmitirse de ninguna forma ni por ningún medio, incluidas las fotocopias, la grabación u otros métodos electrónicos o mecánicos, sin el permiso previo por escrito del autor y los editores.
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