2: Problemas con la ley

Saqué mis otras tarjetas y todas fueron rechazadas; me dio temor, especialmente cuando el mesero se miraba totalmente sofocado por la situación.

El gerente del restaurante llegó cuando el mesero le habló. Una vez que lo puso al tanto de la situación fue que aquel hombre me miró con un juicio disfrazado.

—Señorita Bennett, si no supiera que se trata de usted, juraría que no tiene dinero. Le pido por favor que, si tiene otro método de pago, por favor lo realicé a la brevedad, porque si no me voy a ver forzado a hablarle a la policía.

—No tengo otro método de pago —reconocí con vergüenza —. Desconozco lo que está pasando con mis tarjetas, en serio que sí.

—Quizás su acompañante tenga el dinero necesario —el gerente miró a Peter —. ¿Tiene el efectivo necesario para pagar la cuenta, caballero?

—Alexandra —Peter me miró como si lo que escuchara fuera inconcebible —. ¿Acaso esto es una broma? Se supone que tú me habías invitado.

—Cariño, lo siento —miré al gerente —. ¿Podemos llegar a un acuerdo con todo esto? Por favor, se lo pido.

El gerente me miró con una sonrisa igual de falsa que la virginidad de mi abuela, bastó un movimiento de cabeza para que los meseros llegaran donde estábamos y me tomaran de los brazos para comenzar a arrastrarme a la salida.

Me arrojaron al pavimento sin ninguna consideración; mis piernas terminaron llenas de raspones. Para sumarse, Peter fue arrojado encima de mí y terminó por sacarme el aire de los pulmones.

—Quiero que los vigilen mientras llamo a la policía.

Me asusté, no quería ir a prisión. Nunca antes había ocupado la tarjeta de papá para que no fueran las cosas necesarias, pero justo el día que decido hacerlo por motivos banales, sucede esto.

—Madison —llamé a mi hermana —, me encuentro en aprietos, necesito que vengas al restaurante Pierrot. Mi papá debió cancelar mis tarjetas y en este momento se encuentran llamando a la policía para llevarme arrestada.

—¡¿Qué?! Voy enseguida, ¡ay, Alexandra…! Te metes en cada problema y todo por tu impulsividad.

Esperé a Madison, no quería ir a la prisión… Si mi papá no me hubiera querido castigar, nada de esto estaría pasando.

Estaba segura que todo era una farsa de él, solo quería hacerme ver que el dinero costaba. Ante sus ojos solamente era una niña caprichosa.

—Alexandra —Madison llegó donde yo estaba —cariño, pero que te ha pasado.

—Esos meseros me han empujado —miré mis piernas lastimadas —pero no te preocupes por eso, dime que tienes dinero para pagar la cuenta.

Justo en ese momento llegó el gerente con dos oficiales de policía, tomé a mi hermana de la mano y la miré asustada.

—Gerente —Madison tomó la palabra —por favor dígame cuánto es lo que mi hermana ha consumido en el restaurante, voy a pagar su cuenta.

—Han sido 50 mil dólares, ella pidió comidas y bebidas exclusivas e importadas —él extendió la cuenta —en caso de que usted cancele la deuda en su totalidad voy a hacer como que nada de esto ha pasado y se puede ir con su hermana.

—¡Alexandra! —Madison me miró con angustia —¿Cómo se te ha ocurrido hacer esto? ¿Qué te ha pasado? Tú no eres así.

Madison era la única que me conocía bien, sabía a la perfección que no era de las personas que gastaba el dinero a manos llenas y por eso su reclamo.

—Gerente, ¿Puedo cubrir una parte de la deuda? Al menos la mitad, luego me encargaré de pagar la otra mitad.

—Oficiales, por favor llévense a esta mujer —él me señaló a mí y luego a Peter —también a él, ambos consumieron en el restaurante.

Los oficiales se acercaron a nosotros, un hombre tomó a Peter y una mujer me tomó a mí. Madison por mucho que intentó evitar esto no pudo hacerlo.

Nos subieron a la patrulla y miré a mi hermana llamar desesperada a papá probablemente.

—No puedo creer que me metieras en este problema, Alexandra —Peter gruñó con rabia —en serio que mi cara se cae de vergüenza.

—Lo siento, mi papá ha dicho que nos encontramos en la quiebra y…

—¿En la quiebra? —Peter me miró con desprecio —¿Y así se te ocurre ir al restaurante más exclusivo de la ciudad? Esto tiene que ser una maldita broma, Alexandra.

—No, seguramente mi papá se encuentra mintiendo. Él me está presionando por ciertos motivos, solo quiere que haga algo que jamás voy a hacer.

—Pues dudo mucho que se encuentre mintiendo, la mejor prueba es que vamos a la estación de policía y todo porque no tuviste 50 mil miserables dólares para cubrir una cuenta tan pequeña.

—Si a eso nos vamos, tú tampoco tuviste esa cantidad —reproché molesta y luego me di cuenta de mi error —cariño, lo siento, yo…

—¡No me hables! Ahora resulta que tú eres la que tiene que estar molesta y no yo.

—Peter…

Él ni siquiera me volvió a ver, me sentía fatal y podía sentir cómo las lágrimas se acumulaban en mis ojos. En serio que mi papá me odiaba y ahora lo estaba demostrando.

Perspectiva del señor Hill.

Me encontraba bajando del avión cuando mi asistente personal se acercó a mí, ella sostenía su celular con ambas manos.

—Señor Hill, se trata del señor Bennett —sus manos se extendieron en mi dirección —dice que es algo urgente, se trata de la señorita Alexandra Bennett.

Tomé el celular, no dije nada. Podía escuchar al otro lado de la línea como aquel señor respiraba profundamente y lo sentía nervioso.

—Señor Bennett, lo estoy escuchando. No me haga perder el tiempo, por favor.

—Noel, lamento mucho tener que molestarte, si tuviera a alguien más para acudir créeme que lo haría. Pero solo tú tienes el poder para sacar a mi hija del problema en el que se ha metido.

—Directo al grano, señor Bennett.

—Ella fue a un restaurante a consumir ciertos alimentos, la cuenta fue de 50 mil dólares. Tal como puedes imaginar, nosotros no tenemos los recursos para pagar esa cuenta.

—Señor Bennett, espero que sea consciente de que ni siquiera me encuentro comprometido con su hija y ya me están pidiendo dinero. ¿Acaso ella no sabía de la situación económica en la que se encontraban?

—Noel, en serio que lamento demasiado esta situación y me da vergüenza contigo. Ella era perfectamente consciente de nuestra situación, pero entró en negación y se fue a derrochar el dinero a manos llenas, tal como lo hace siempre.

Corté la llamada, no quería saber nada de los Bennett. En serio me preguntaba con qué clase de mujer estaba por casarme, incluso me preguntaba el motivo por el cuál había decidido emparentar con una familia que se encontraba al borde de la quiebra.

—Papá…

Y como una cruel ironía, ahí salía el motivo por el cuál estaba buscando una esposa. Mi hijo, aquel que nadie conocía y que su existencia era un total secreto incluso para mi familia.

—Ya nos vamos a ir —miré a mi asistente —quiero que investigues a la hija menor de la familia Bennett, una vez que tengas el reporte de ella, me lo entregas.

—Está bien, señor Hill. La propiedad ya se encuentra lista para ser habitada, es una casa muy privada en un sector exclusivo de la ciudad.

—Está bien, también quiero que busques una niñera para mi hijo.

—Perfecto, señor Hill… Ahora, referente a la señorita Bennett, ¿Qué hago con ella? Se encuentra en prisión.

—Déjala ahí, eso le pasa por ser imprudente, no es mi responsabilidad puesto que ni siquiera estamos comprometidos…

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