
No voy a perderte - (serie perdóname - Libro 1)
Eilana Osorio Paez · Completado · 194.6k Palabras
Introducción
¿Un matrimonio por obligación? No estamos en la época victoriana donde el hombre debe cumplir por robarle la virtud a una mujer. No, ya no estamos en ese tiempo, entonces ¿por qué nos casamos?, lo cierto es que tenemos un matrimonio envuelto en intrigas, celos y venganza. Todo eso son motivos para que no haya cabida al amor… o tal vez, es un medio extraño para que crezca.
María Joaquina no lo quiere volver a ver, no soporta un maltrato más a su integridad… César Luis no quiere perder lo único importante que siempre ha tenido, su familia, aunque no supo demostrarlo. Ahora que ha regresado serán la familia que siempre quiso tener desde jóvenes.
Dos almas gemelas que, por las intrigas, malos entendidos, suposiciones y orgullo arruinaron nueve años de sus vidas hasta el punto de llegar a ignorarse. Los celos ciegan, las intrigas destruyen y el amor… El amor restaura.
Capítulo 1
Se estaba demorando César, debí comentarle sobre nuestro aniversario, pero quería darle una sorpresa y no se acuerda de ella, lo espero con una cena romántica. —miré el reloj, tomé el celular, ¿debería marcarle? —. No era tan tarde, apenas eran las nueve de la noche, hace un par de horas hablé con él y me dijo que seguiría en la oficina.
Escuché abrir la puerta del garaje. Sonreí por los nervios, ya era tiempo que vuelva a tocarme, por más que… no importa ahora, la idea era salvar nuestro matrimonio. Era lo único importante.
Nuestra intimidad era poca, siempre ha sido así desde que nos casamos… Supongo debía ser por su problema. No sé si casarnos por lo sucedido fue la mejor decisión. —negué, tenía que alejar mis inseguridades—. Bajé las escaleras, nuestros hijos los había dejado con su tía Patricia, mi hermana se ofreció a cuidarlos para pasar nuestra noche.
—¡María Joaquina! —llamó, debía extrañar la ausencia de los niños, los cuales no fueron corriendo a saludarlo.
—Hola, ¿qué tal el trabajo?
Puso su maletín en el vestíbulo al ingresar por el garaje, no se quitó la chaqueta y me sorprendió que no se cambiara los zapatos, en las noches siempre lo hacía. Sonreí como una tonta, eso quiere decir que sí se acordó y piensa invitarme a salir. Miles de hormigas salieron a bailar en mi estómago, caminaban de un lado al otro, hace tanto que no salimos como una pareja de esposos, bueno, desde la universidad no lo hacíamos.
—Hola, ¿dónde están los niños? —Se dirigió a las escaleras—. Vengo a cambiarme, el trabajo no ha terminado, tengo cena con unos clientes.
El pecho se me comprimió, sentí pena conmigo misma, yo había imaginado… Cálmate, cálmate, respira María Joaquina.
—Los niños se fueron con la tía y… una cena, ¿a esta hora?
Lo seguí hasta la habitación, ya tenía el pecho tan recogido, aunque… no me extrañaba, él nunca se había acordado de nuestro aniversario de bodas, y de noviazgo… «Ja», jamás lo fuimos de manera oficial. Una noche de alcohol fue el causante de nuestro matrimonio, eso acabó con esa linda amistad o no… no pienses en eso, no era el momento de quejarme.
—¿Algún motivo especial para que Patricia se los llevara?
A pesar de los años no había logrado ser indiferente ante su desinterés con nuestro matrimonio, era difícil aceptar que el amor de tu vida te ignorara y por más que tratara de comprenderlo por su problema, no dejaba de doler cada desprecio.
» Debo ponerme el traje gris, el último que me compraste con las mancornas de oro.
—Es una reunión importante, ¿puedo acompañarte?
¡Es que no se daba cuenta lo arreglada que estaba!, pasé horas buscando el mejor vestido para la noche.
—No, son inversionistas estadunidenses, no eres buena con el idioma.
Me puse roja, sé muy bien hablar inglés, desde niña, además viví un año de intercambio después de graduarme del colegio, comprendió su metida de pata.
» María Joaquina, te aburrirías escuchar hablar de finca raíz y los proyectos que tenemos en la constructora. No es un tema en donde puedas aportar, estudiaste psicología, y tampoco la ejerciste.
Apreté los labios, tenía tantas ganas de llorar, le di la espalda, saqué las mancornas del cajón donde guardaba sus cosas, también saqué el reloj a juego y el traje… «Era una reunión de negocios en la noche y se iba bien presentado». Tranquila, si él tiene problemas para… No te engañará, no se expondrá a que hablen de su virilidad, era muy orgulloso.
Mi marido era un hombre normal, no tiene una gran belleza, eso sí, era atlético, tenía su, no sé qué muy varonil, además se vestía y olía muy bien, era alto, le gustaba trotar todos los días, eso lo mantenía con un físico apetecible.
A diferencia de mí, odio hacer ejercicio, voy al gimnasio y nado, eso hace que no tenga tanta celulitis, aunque según mi esposo poseo millones. Salí de la habitación, me senté en la sala, lo escuché bajar las escaleras, tomar las llaves y desde el pasillo del garaje gritó.
—Llego un poco tarde, mañana ve por los niños temprano, recuerda que Julián tiene entrenamiento de tenis en el club. ¡Ah!, se me olvidaba, tenemos una reunión familiar en la finca de mis padres.
No se había subido al auto cuando las lágrimas corrían por mi mejilla. Nueve años… nueve años casada y no había logrado que me amara, o que tomara valor para enfrentar el problema de fondo en nuestra relación. La falta de amor, eso era lo que debe pasar.
César nunca o en algún momento dejó de amarme, algo pasó cuando jóvenes y lo jurado entre los dos se desvaneció. Sin duda algo pasó entre nuestra juventud y la razón de nuestro matrimonio. Y eso marcó lo que no me atrevo a preguntar.
Me serví una copa de vino, la tomé sorbo a sorbo mientras las lágrimas seguían saliendo, ¿así serán los matrimonios?, me levanté. Pasó al lado del comedor, ni siquiera preguntó por la decoración visible en la mesa. Apagué y guardé los candelabros, recogí los platos, al escuchar movimientos en la cocina apareció Carmen, ella en silencio terminó de recoger todo.
—¿No piensa comer, señora Maju? —fingí una sonrisa.
—No tengo hambre.
—Vaya a dormir, yo me encargo de guardar todo, mañana les caliento la comida, a los niños les gustará.
—Sí, hasta mañana Carmen, descansa y disculpa por tenerte a estas horas despierta.
—No hay problema.
La dejé, Carmen, llevaba seis años con nosotros, era una persona mayor, tenía a cargo a los otros empleados. Mis hijos la adoran y en muchas ocasiones era quien me había visto llorar. Solo ella sabía la realidad de mi matrimonio, a la familia no les he dicho nada, no gano nada al preocupar a mis padres o indisponerlos con César.
Tampoco lo sabía la familia de él, ellos nos ven como un matrimonio perfecto, no saben cuán deteriorada era nuestra unión. Llegué a nuestro cuarto, fui directo al espejo, no me veía mal, tal vez no sea una mujer de portada, pero mal tampoco estaba, me quité la gabardina, debajo tenía un bello vestido azul turquesa, ceñido al cuerpo.
Me cambié de ropa, me puse mi bata de seda. Recordé el comentario de mi hermana hace tres días cuando fue mi compinche al acompañarme en busca del vestido y la ropa íntima. Debía darme vergüenza, era una cobarde. «Me alegra mucho la intimidad que tú tienes con César a pesar de los años. Compras mucha lencería, hermanita».
Vaya mentira la que he creado ante los ojos de la familia, prefiero eso a dejar ver mi vulnerabilidad, a mi actual de tonta, eso de pobre mujer sufrida no quiero tenerlo. Si sufro, pero solo yo lo sé. Tampoco deseo poner al descubierto la falencia de César. Me acosté, eran las once de la noche y aún no llegaba. Logré dormir, a eso de las dos de la madrugada seguía sin llegar.
Los ruidos en el cuarto me hicieron encender la luz de la mesa de noche, eran pasadas las tres. «Es obvio que no estaba en ninguna reunión de trabajo», pero no creo que haya intimado con una mujer… saca esas ideas de la cabeza.
—¿Se extendió la reunión?
Lo vi cambiarse de ropa, el corazón lo tenía anestesiado. Sin embargo, en mi cabeza le grité, le di dos cachetadas, lo insulté, y lo imaginé con una voluptuosa mujer que de seguro se encontraba con él. Tranquila, si a ti no te busca, menos irá con otra. «Ilusa», últimamente la voz de la conciencia no dejaba de acribillarme por idiota.
—Tengo sueño María Joaquina, tenemos un desayuno en el club. —Se acostó, suspiré.
—César, ¿puedo abrazarte?
«Estúpida, ¿qué es lo que mendigas?» Un poco de afecto, aunque sienta pena al reconocerlo, y me avergüenza aún más decir que mi esposo desde la concepción de Samuel no me tocaba, no hacíamos el amor, han sido pocas las veces que hemos intimado y… asumo por su problema de impotencia se abrió un abismo entre nosotros y sus arrebatos sexuales habían sido contados.
—Estoy cansado, y te recuerdo, tenemos un desayuno para un tema a tratar en el club.
Me miró con algo de fastidio antes de apagar la luz de la lámpara.
» ¡Ah!, la reunión es con nuestros amigos, ya sabes cómo vestirte para la ocasión. Llama a tu hermana y dile que se quede con los niños hasta el mediodía, pasaremos por ellos de camino a la finca de mis padres que nos esperan para el almuerzo, Alis tiene una gran noticia por contarnos.
A él no le gusta participar en esas reuniones, mientras que a mí sí, él cambiaba un poco cuando nos reuníamos con ellos. Me dio la espalda, acerqué un poco mi rostro y un perfume diferente al suyo invadió mis fosas nasales. No aguanté, salí de la cama encerrándome en el baño, tomé una toalla, cubrí mi boca para ahogar los gritos, y poder desahogarme. ¡Huele a perfume de mujer!, ¡César había estado con una mujer!
Al calmarme un poco lavé mi rostro, salí del baño y me acosté mirando su espalda, ya dormía profundo, emitía ese leve ronquido, me acerqué de nuevo y sí, huele a mujer, «te lo dije», sé que no me fue infiel… «Sigue con los ojos vendados». ¿Y si le dio un arrebato sexual? Yo no estaba con él. ¿Qué era lo que pensaba?, como una idiota besé su espalda y me quedé dormida.
Lo que me agrada cada mañana era el modo, en cómo amanecíamos abrazados, siempre era él, quien rodeaba mi cintura, siempre me aferraba a su cuerpo. Despierto antes, y no me muevo hasta que él lo hacía.
Era el único momento de intimidad, salvo por los arrebatos eventuales que le daban. Me aferraba a un simple abrazo, a un roce sutil de mi parte por sus fuertes brazos, y tan enferma me encontraba que muy seguido solía levantarme humedecida. «Vaya autoestima».
El despertador sonó, la reunión en el club era a las ocho, pero aún era temprano, lo apagó y se acurrucó más a mi costado, volvió a aferrarme y nos quedamos dormidos. Un leve rayo de luz me trajo a la realidad…
—¡César, el desayuno!
Últimos capítulos
#121 Capítulo 121 - Epílogo - Nuestra felicidad
Última actualización: 1/14/2025#120 Capítulo 120 - En la boda de Benjamín
Última actualización: 1/14/2025#119 Capítulo 119 - Matrimonio con cimientos
Última actualización: 1/14/2025#118 Capítulo 118 - Renovación de votos
Última actualización: 1/14/2025#117 Capítulo 117 - Ganó la familia
Última actualización: 1/14/2025#116 Capítulo 116 - Reconciliación
Última actualización: 1/14/2025#115 Capítulo 115 - El regalo de tener amigos
Última actualización: 1/14/2025#114 Capítulo 114 - Preparativos
Última actualización: 1/14/2025#113 Capítulo 113 - Un regalo restaurador
Última actualización: 1/14/2025#112 Capítulo 112 - Los extraño demasiado
Última actualización: 1/14/2025
Te podría gustar 😍
Un Fin de Semana con el Billonario
Abro la boca para responder, pero lo único que sale es una respiración tambaleante y un pequeño suspiro. Se ríe, con un estruendo sordo y sordo, y luego se inclina y me besa en la mitad de la espalda.
Vuelvo a sentir su punta en la puerta de mi casa. Lo empuja un poco y mi cuerpo vuelve a la vida. Mis músculos reaccionan ante su presencia, contrayéndose y aflojándose, como si mi cuerpo tratara de absorberlo profundamente.
Es el jefe de mi marido, así que se supone que esto está mal.
Entonces, ¿por qué se siente tan bien?
Braxton Merriweather siempre consigue lo que quiere. Ahora quiere a Julia Thompson, la esposa de uno de sus trabajadores. Desde el momento en que la vio por primera vez, supo que tenía que poseerla en todos los sentidos.
Cuando Jeff Thompson acepta el trato que le propone, Braxton se sorprende. Se sorprende aún más cuando la Sra. Thompson está de acuerdo.
Pero ahora que la ha probado, quiere más. ¿Cómo puede poseer a una mujer que ya está casada con otra persona?
Julia se siente atrapada por su matrimonio con su novia del instituto. En los dos años transcurridos desde que se casaron, él ha cambiado, y no para mejor. Cuando el multimillonario Braxton Merriweather muestra interés en ella, se siente halagada. E intrigado. ¿Es posible que uno de los hombres más ricos del mundo la quiera de verdad?
Y si es así... ¿qué hace con su marido?
Un fin de semana con el multimillonario es una historia sexy para lectores maduros.
Perfecto bastardo
—Dime que no te acostaste con él, maldita sea —exigió entre dientes apretados.
—¡Vete al diablo, hijo de puta! —le respondí, intentando liberarme.
—¡Dilo! —gruñó, usando una mano para sujetar mi barbilla.
—¿Crees que soy una zorra?
—¿Entonces es un no?
—¡Vete al infierno!
—Bien. Eso es todo lo que necesitaba escuchar —dijo, levantando mi top negro con una mano, exponiendo mis pechos y enviando una oleada de adrenalina a través de mi cuerpo.
—¿Qué demonios estás haciendo? —jadeé mientras él miraba mis pechos con una sonrisa satisfecha.
Pasó un dedo sobre una de las marcas que había dejado justo debajo de uno de mis pezones.
¿El bastardo estaba admirando las marcas que me había dejado?
—Envuélveme con tus piernas —ordenó.
Se inclinó lo suficiente como para tomar mi pecho en su boca, chupando con fuerza un pezón. Me mordí el labio inferior para ahogar un gemido mientras él mordía, haciéndome arquear el pecho hacia él.
—Voy a soltar tus manos; no te atrevas a intentar detenerme.
Bastardo, arrogante y completamente irresistible, el tipo exacto de hombre con el que Ellie juró que nunca volvería a involucrarse. Pero cuando el hermano de su amiga regresa a la ciudad, se encuentra peligrosamente cerca de sucumbir a sus deseos más salvajes.
Ella es irritante, inteligente, sexy, completamente loca, y también está volviendo loco a Ethan Morgan.
Lo que comenzó como un simple juego ahora lo atormenta. No puede sacarla de su cabeza, pero nunca permitirá que nadie entre en su corazón de nuevo.
Incluso cuando ambos luchan con todas sus fuerzas contra esta ardiente atracción, ¿podrán resistirse?
Emparejada por Contrato con el Alfa
William—mi devastadoramente guapo y rico prometido hombre lobo destinado a convertirse en Delta—se suponía que sería mío para siempre. Después de cinco años juntos, estaba lista para caminar hacia el altar y reclamar mi felices para siempre.
En cambio, lo encontré con ella. Y su hijo.
Traicionada, sin trabajo y ahogada en las facturas médicas de mi padre, toqué fondo más duro de lo que jamás imaginé posible. Justo cuando pensaba que lo había perdido todo, la salvación llegó en la forma del hombre más peligroso que había encontrado.
Damien Sterling—futuro Alfa del Clan Sombra de la Luna Plateada y despiadado CEO de Sterling Group—deslizó un contrato sobre su escritorio con gracia depredadora.
—Firma esto, pequeña corza, y te daré todo lo que tu corazón desea. Riqueza. Poder. Venganza. Pero entiende esto—en el momento en que pongas la pluma en el papel, te conviertes en mía. Cuerpo, alma y todo lo demás.
Debí haber corrido. En cambio, firmé mi nombre y sellé mi destino.
Ahora pertenezco al Alfa. Y está a punto de mostrarme cuán salvaje puede ser el amor.
La Esposa Contractual del CEO
Placeres culposos
¿Todo ha sido un error? ¿O quizás solo parte del destino? La ida por un vaso de agua, resultó en el inicio de un deseo culposo con consecuencias irreversibles.
Soy Erika Martín de 21 años, soy una latina, proveniente de Venezuela, me mudé de mi país buscando el sueño Americano ante una oportunidad de empleo como servicio doméstico en la mansión uzcategui, sin saber que mi destino cambiaría por completo, al conocer a Alejandro Uzcategui, el heredero y magnate de negocios más prestigioso dela ciudad, con una ciudad tan grande y él puso sus ojos en mi, su humilde y tímida empleada, que no sabe decirle que no, todo con él era perfecto, pero él tiene dos grandes defectos, es casado y jodidamente posesivo, me llama bomboncito y me reclama como suya. Estoy locamente enamorada de él y temo por la repercusiones de lo que vendrá, ya que se que no me dejará escapar, menos cuando sepa mi gran secreto.
LA NIÑERA DEL ALFA.
A Lori Wyatt, una joven tímida y rota de veintidós años con un oscuro pasado, se le ofrece el trato de su vida cuando le piden que sea la niñera de una recién nacida que perdió a su madre en el parto. Lori acepta, ansiosa por alejarse de su pasado.
Gabriel Caine es el Alfa de la respetada manada Colmillo de Luna y el CEO de Caine Inc. Una noche de borrachera lleva al nacimiento de su hija y, tras la muerte de la madre, encuentra una niñera para ella. Cuando conoce a Lori, descubre que ella es su compañera y jura protegerla de sus enemigos.
La atracción instantánea entre ellos es inevitable. Lori, que cree no ser digna de amor, no puede explicar por qué el poderoso multimillonario la persigue, y Gabriel, completamente enamorado de ella, no sabe cómo ser totalmente honesto con Lori sobre su condición de hombre lobo.
El destino los ha unido y ahora deben luchar juntos por su amor, en medio de los conflictos entre manadas y los secretos que guarda el pasado de Lori.
¿Sobrevivirá su amor?
La Pareja Humana Urbana de Talla Grande del Alfa
La segura y de talla grande Ji'lahni, junto con sus dos primas y una amiga, poseen una exitosa empresa de planificación de bodas, además de un estudio de baile y defensa personal. Son contratadas por su nueva amiga, que es como una madre para ellas, para planear la boda—es decir, la ceremonia de apareamiento—de su hijo.
¿Qué ocurrirá cuando estas mujeres atrevidas y de talla grande entren en el mundo de los hombres lobo?
Lee para descubrirlo.
La Novia Arreglada del Dios de la Guerra Alfa
Sin embargo, Alexander dejó clara su decisión al mundo: —Evelyn es la única mujer con la que me casaré.
Enamorada del hermano marino de mi novio
¿Por qué estar cerca de él hace que mi piel se sienta demasiado apretada, como si llevara un suéter dos tallas más pequeño?
Es solo la novedad, me digo firmemente.
Solo la falta de familiaridad de alguien nuevo en un espacio que siempre ha sido seguro.
Me acostumbraré.
Tengo que hacerlo.
Es el hermano de mi novio.
Esta es la familia de Tyler.
No voy a dejar que una mirada fría deshaga eso.
**
Como bailarina de ballet, mi vida parece perfecta—beca, papel protagónico, dulce novio Tyler. Hasta que Tyler muestra su verdadera cara y su hermano mayor, Asher, regresa a casa.
Asher es un veterano de la Marina con cicatrices de batalla y cero paciencia. Me llama "princesa" como si fuera un insulto. No lo soporto.
Cuando una lesión en mi tobillo me obliga a recuperarme en la casa del lago de la familia, me quedo atrapada con ambos hermanos. Lo que comienza como odio mutuo lentamente se convierte en algo prohibido.
Estoy enamorándome del hermano de mi novio.
**
Odio a las chicas como ella.
Consentidas.
Delicadas.
Y aún así—
Aún así.
La imagen de ella de pie en la puerta, apretando más su cárdigan alrededor de sus estrechos hombros, tratando de sonreír a pesar de la incomodidad, no me deja.
Tampoco lo hace el recuerdo de Tyler. Dejándola aquí sin pensarlo dos veces.
No debería importarme.
No me importa.
No es mi problema si Tyler es un idiota.
No es asunto mío si alguna princesita malcriada tiene que caminar a casa en la oscuridad.
No estoy aquí para rescatar a nadie.
Especialmente a ella.
Especialmente a alguien como ella.
Ella no es mi problema.
Y me aseguraré de que nunca lo sea.
Pero cuando mis ojos se posaron en sus labios, quise que fuera mía.
Sr. Ryan
Se acercó con una expresión oscura y hambrienta,
tan cerca,
sus manos alcanzaron mi rostro y presionó su cuerpo contra el mío.
Su boca se apoderó de la mía con impaciencia, con un poco de rudeza.
Su lengua me dejó sin aliento.
«Si no vas conmigo, te follaré aquí mismo». Susurró.
Katherine mantuvo su virginidad durante años, incluso después de cumplir 18 años. Pero un día, conoció a un hombre extremadamente sexual, Nathan Ryan, en el club. Tenía los ojos azules más seductores que jamás haya visto, una barbilla bien definida, cabello rubio casi dorado, labios carnosos, perfectamente dibujados, y la sonrisa más asombrosa, con dientes perfectos y esos malditos hoyuelos. Increíblemente sexy.
Ella y él tuvieron una hermosa y sexy aventura de una noche...
Katherine pensó que tal vez no volvería a ver a ese hombre.
Pero el destino tiene otro plan
Katherine está a punto de asumir el puesto de asistente de un multimillonario propietario de una de las empresas más grandes del país y conocido por ser un hombre conquistador, autoritario y completamente irresistible. ¡Es Nathan Ryan!
¿Podrá Kate resistirse a los encantos de este hombre atractivo, poderoso y seductor?
Lea para conocer una relación desgarrada entre la ira y el deseo incontrolable de placer.
Advertencia: R18+, solo para lectores maduros.
Accardi
—Te costará algo —susurró antes de tirar de su lóbulo con los dientes.
Sus rodillas temblaron y, si no fuera por su agarre en su cadera, habría caído. Él empujó su rodilla entre sus muslos como un soporte secundario en caso de que decidiera necesitar sus manos en otro lugar.
—¿Qué quieres? —preguntó ella.
Sus labios rozaron su cuello y ella gimió mientras el placer que sus labios provocaban se hundía entre sus piernas.
—Tu nombre —exhaló él—. Tu verdadero nombre.
—¿Por qué es importante? —preguntó ella, revelando por primera vez que su corazonada era correcta.
Él se rió contra su clavícula.
—Para saber qué nombre gritar cuando vuelva a entrar en ti.
Genevieve pierde una apuesta que no puede pagar. Como compromiso, acepta convencer a cualquier hombre que su oponente elija para que se vaya a casa con ella esa noche. Lo que no se da cuenta cuando el amigo de su hermana señala al hombre taciturno sentado solo en el bar, es que ese hombre no se conformará con solo una noche con ella. No, Matteo Accardi, Don de una de las pandillas más grandes de la ciudad de Nueva York, no hace encuentros de una sola noche. No con ella, de todos modos.
Divórciame antes de que la Muerte me Lleve, CEO
Mi mano instintivamente se dirigió a mi estómago. —Entonces... ¿realmente se ha ido?
—Su cuerpo debilitado por el cáncer no puede soportar el embarazo. Tenemos que terminarlo, pronto —dice el doctor.
Después de la cirugía, ÉL apareció. —¡Audrey Sinclair! ¿Cómo te atreves a tomar esta decisión sin consultarme?
Quería desahogar mi dolor, sentir su abrazo. Pero cuando vi a la MUJER a su lado, me rendí.
Sin dudarlo, se fue con esa mujer "frágil". Esa clase de ternura, nunca la he sentido.
Sin embargo, ya no me importa porque no tengo nada ahora: mi hijo, mi amor, y hasta... mi vida.
Audrey Sinclair, una mujer pobre, se enamoró de un hombre del que no debía. Blake Parker, el multimillonario más poderoso de Nueva York, tiene todo lo que un hombre podría soñar: dinero, poder, influencia, excepto una cosa: no la ama.
Cinco años de amor no correspondido. Tres años de matrimonio secreto. Un diagnóstico que le deja tres meses de vida.
Cuando la estrella de Hollywood regresa de Europa, Audrey Sinclair sabe que es hora de terminar su matrimonio sin amor. Pero no entiende—si él no la ama, ¿por qué se negó cuando ella le propuso el divorcio? ¿Por qué la está torturando durante estos últimos tres meses de su vida?
A medida que el tiempo se escapa como arena entre los dedos, Audrey debe elegir: morir como la señora Parker, o vivir sus últimos días en libertad.












