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Veneno

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Kleo M Soto · Completado · 118.5k Palabras

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Introducción

Ella está a punto de adentrarse a un juego peligroso, un juego en el que siempre hay un solo ganador, un juego llamado A.M.O.R

Es el último año escolar, y la entrada a la Universidad está a la vuelta de la esquina, Azura lo sabe, el tiempo se le agota y solo puede tomar la última oportunidad que se le presenta para conquistar el corazón del chico que ama en secreto, después de la infidelidad de su novio, está decidida. Solo tiene un pequeño problema; Rayan es su mejor amigo, tiene novia y es el primo de su ahora ex novio.

Pronto, y sin darse cuenta, su mejor amigo de la infancia, la adentrará a una vorágine en donde la inquietud por el sexo la llevará al límite, dándose cuenta que Rayan no es el chico bueno, sino, un cretino que lleva deseándola hace mucho tiempo, y que ahora solo tiene un objetivo claro: quitarle la virginidad.

Capítulo 1

DONDE TODO COMENZÓ

La música retumba en los oídos de Rayan mientras juega con la tapa de su cerveza con los dedos, su casa se encuentra llena de gente, era viernes por la noche, sus padres estaban de viaje en un crucero y sin hermanos jodiéndole la vida, significaba casa sola, fiesta, chicas fáciles a las cuáles follar y que estarían dispuestas a hacerle una mamada, alcohol y ¿por qué no? Marihuana. Todo lo que haría de una noche, algo perfecto, pero claro, la felicidad no duró mucho, su velada se derrumbó cuando vio entrando a Azura, su mejor amiga de la infancia, la chica con la que solía bañarse a los cinco años, la chica que defendía de todo y por quien amenazó a toda la escuela para que ningún imbécil intentara meter su polla en su coño.

Caminando como toda una diosa, colgada del brazo de Eithan, entra aplicando un ligero contoneo de caderas que dejan un vaivén de emociones, al anclar la mirada sobre sus curvas, el vestido negro que llevaba puesto esa noche, encajaba en su cuerpo como una segunda piel y es consciente de las miradas que roba, lo que le hace confirmar que hoy pateará algunos traseros por atreverse a poner los ojos en su amiga, a quien considera una hermana pequeña, y definitivamente alguien que bloquea su pene. Era imposible poder divertirse cuando tenía que mantener un ojo encima de ella, si algo le pasara sus padres no se lo perdonarían, y en el fondo él tampoco.

Eithan era su primo, pero incluso cuando este le pidió permiso para salir con Azura, no dudó en amenazarlo con rajarle el cuello si la lastimaba o si follaba con ella, tenía la firme decisión de que ella llegara virgen hasta los sesenta años. No confiaba en su primo pese a ser familia, sabía que era un cabrón igual que él, ambos no eran chicos de una sola chica, y mucho menos tenían planeado ponerse grilletes con alguna, sabiendo que a sus dieciocho años y estando a punto de entrar a la universidad, el mercado femenino se expandiría dejándoles más opciones en el camino, más coños que probar y más experiencia que aplicar.

Chicos como ellos no tenía tiempo para mierdas como el romance y citas, cosas que estaba claro, le encantaban a Azura; dulce como un ángel y sexy como un demonio, toda la tentación y lujuria en un pequeño paquete de un metro sesenta y ocho. La única razón por la que permitió que un imbécil como Eithan saliera con ella, era por dos cosas:

1.- Eithan no era tan imbécil como para intentar herirla sabiendo que perdería las bolas y que es su primo.

2.- Azura estaba encaprichada por salir con él.

Ella era su debilidad, su punto ciego, su talón de Aquiles, la adoraba y estaba seguro que ella sentía lo mismo, no podía negarle nada... lástima que en el fondo la deseaba.

—¡Rayan! —la voz chillona de Daria, la chica con la que follaba más de una vez, lo sacó de su ensimismamiento y apartó la mirada del trasero de Azura, todo para poner ahora su atención en la chica alta, con pinta de modelo, curvas de infarto y senos operados, cabello oscuro y ojos esmeralda que le gritan sus deseos de ser follada en ese preciso instante.

—Daria —asintió con la cabeza y le indicó con su mano, que se sentara sobre sus piernas, manteniéndola sobre su regazo.

—La fiesta es una ostia —le dijo al oído mostrando sus dientes perfectos y afilados, como los de una leona, aventándoles miradas asesinas a las chicas que se atreven a poner sus ojos sobre él, defendiendo a su hombre, lástima que él no pensara lo mismo, ya que hace tiempo la etiquetó como un coño fácil y accesible, al alcance de todos.

—¿Esa es Azura? —Preguntó Daria con un tono de arrogancia al nombrar a su mejor amiga—. Se ve... sexy ¿no crees?

Ignorando su comentario, decide apartar la mirada de su amiga, que claramente ahora estaba bailando con Eithan.

—Quiero una mamada —demandó Rayan con impaciencia.

Pero de soslayo no pudo evitar ver cómo Daria veía a Azura como si fuera una presa fácil, desde que se enrolló con ella, supo que estaba celosa de su amiga, en especial porque era la única con quien se permitía ser cariñoso.

—Ella es intocable, lo sabes —él se apresuró a decir, incapaz de ocultar el tono amenazante detrás de sus palabras.

—Lo sé bebé, es solo que me cuesta creer que ella sea tu protegida y...

—Tú, no —un destello de diversión se ancló en los ojos de Rayan—. Es lo que es, Azura es intocable porque más que mi mejor amiga y compartir mierdas desde los tres años, es como si fuera mi pequeña hermana.

La mirada de Daria se crispó al escucharlo, pero cerró la boca y no siguió destilando veneno en dirección de Azura. Después de todo, tratar de discutir con él era una pérdida de tiempo, solo una persona era capaz de calmarlo, y dicha personita estaba tomando como una posesa en su fiesta.

—¿Podemos ir a un lugar más privado? —le susurró Daria al oído, apretando más su trasero contra su entrepierna.

—Me has leído la mente —Rayan se levantó con pereza—. Espera en la habitación de huéspedes, ya sabes qué hacer, en un momento voy.

Daria asintió con un movimiento leve de cabeza, giró sobre sus talones y desapareció de su campo de visión. Viéndose libre de las garras de su víbora favorita, comenzó a buscar con la mirada a Azura, localizándola en una de las orillas del minibar de su padre, mientras Eithan le preparaba una bebida, caminó entre toda la gente. Lo saludaban y le lanzaban miradas llenas de respeto, él era el chico rudo de la escuela, al que nadie le plantaba cara.

—¿No crees que estás bebiendo demasiado para haber llegado apenas? —preguntó Rayan, con tanta inocencia cómo fue posible, colocándose a su lado mientras le aventaba una mirada más que intimidante, amenazadora a su primo Eithan.

—¡Rayito! —exclamó Azura envolviéndolo con sus pequeños brazos, como si fuera un enorme oso de felpa, solo a ella le permitía llamarlo así.

Una vez una chica que folló en los vestidores de mujeres en el área de gimnasia, tuvo el descaro de llamarlo así mientras se la metía por el culo, lo siguiente que sucedió fue que le hizo la vida imposible, haciendo que la chica terminara por pedir un cambio de plantel con urgencia.

Ese era el Rayan que todos obtenían, menos Azura, con ella era un príncipe, todo lo que ella necesitara.

—No, qué va —Azura se alejó para volver a su asiento, lo que provocó un ligero escalofrío en su cuerpo al sentir que el calor de ella lo había abandonado—. Tomamos algo en un bar antes de venir.

Ante tal comentario, Rayan no pudo evitar lanzarle dagas de fuego por los ojos a Eithan, quien a su vez se encogió ligeramente de hombros, rodando un vaso lleno de Whisky en las rocas.

—Fue idea de ella —señaló a Aura.

Entonces su sonrisa interna desapareció, sabía lo que hacía Eithan cuando una chica estaba borracha, ese era su modo de llevarlas a la cama, nunca las obligaba a nada en contra de su voluntad, pero si las orillaba a hacerlo, el punto era que desde que salía con Azura, estaba seguro de que su polla no ha tenido acción, más que con su mano, por lo que dedujo que estaba cansándose de toda esa mierda de andar con ella a mano sudada.

—Eh, ya estoy grande, sé cuidarme sola —Azura hizo un mohín con sus ojos de muñeca color avellana.

Rayan contempló su insolencia robándole una mirada sutil y después sonrió, era cuestión de tiempo para que su primo se aburriera.

—No lo dudo, si alguien te toca está muerto —sentenció con seguridad Rayan.

—¡Ves, por eso te amo! —chilló Aura volviéndolo a abrazar y esta vez se permitió inspirar su olor a fresas, rodeó su cintura con un brazo atrayéndola a su cuerpo y lanzándole con la mirada una última advertencia a Eithan.

—Bien, tengo que irme, no olvides aplicar todo lo que te he enseñado si un imbécil te pone una mano encima, no importa si incluso se trata de Eithan, hazle lo que te enseñé —le dio un beso en la coronilla y después se dirigió a su primo—. Cuídala, pedazo de mierda, le pasa algo y te mato sin importar que seas familia.

—Claro, ella está segura conmigo —Eithan sonrió con suficiencia—. No olvides que es mi chica.

Rayan frunció el ceño, el tono de su primo en sus últimas palabras estaba cargado de orgullo y odio, como si le gustara restregarle que Azura era de él. Pero olvidaba que era gracias a Rayan.

—¿Vas a follar a Daria? —Un sentimiento de angustia nació en los ojos de su amiga, lo que le hizo fruncir el ceño.

—¿Desde cuándo te importa qué coño pruebo? —Rayan levantó una ceja, lleno de diversión.

—Patán, lo vas a hacer —Azura sonrió con una mirada agridulce.

—Princesa.

—Sigues siendo mi idiota favorito —ella le revolvió el cabello como siempre hacía.

—Y tú siempre serás mi pequeña muñeca de porcelana, cuídate —Rayan observa la hora que marca su teléfono móvil y después lo mete en uno de los bolsillos de sus jeans desgastados—. Te quiero en la cama a las doce.

—Vivo al lado, ¿recuerdas? —Pone los ojos en blanco—. Y no eres mi papá.

—A las doce, dije —Rayan se alejó dejando a su mejor amiga atrás.

Lo que menos necesitaba en ese momento era tener que lidiar con las mierdas de su amiga, cuando su polla palpitaba por un buen coño. Requería fumar un poco de hierba, y encontrar después de Daria, a alguna puta de la escuela para sacar sus frustraciones... o tal vez fumar un poco de hierba mientras folla a las dos para sacar sus mierdas, río ante la idea, en especial por Daria, se moriría si se lo propone, ella pensaba que él le pertenecía.

Cuando entró a la habitación de huéspedes y a la que nadie tenía acceso de entrar, Daria apareció desnuda ante él, abierta de piernas esperando por su gran polla, ella era hermosa, su cuerpo operado, pero poseía una belleza salvaje que le hizo ganar el título de su puta personal, era cara, toda una Barbie, hacía unas buenas mamadas y cabalgaba como una puta ama del desierto. Pero eso no le quita lo arpía y manipuladora que era.

Siempre lo jodía con cosas como que podría llegar a ser un buen dentista, perfecto detrás de un escritorio o alguna mierda por el estilo. El problema era que Rayan no era el tío bueno que pensaba jugar a la casita y tener una familia, no, él era el chico malo y sexy, controlador y lleno de rabia que le mostraba al mundo que él estaba al mando, el que quería ser fotógrafo y follar coños por todos lados, ese era él, quien lastimaba a las chicas y las botaba como basura cuando intentaban cambiarlo o dominarlo.

Era un hijo de puta a su edad, pero un príncipe y ángel guardián para la única chica que se lo merecía; Azura.

—Estás pensando en ella —Daria cierra las piernas y se incorpora de la cama.

—¿Qué? —cuestiona con incredulidad.

—¿Crees que no lo sé? —su tono comenzó a cabrearlo—. Siempre que piensas en ella pones esa cara de cachorro, pero conmigo pones esa cara de póker, como si solo te importara follarme. ¿Acaso no me he ganado un poco de tu cariño o respeto? Después de estar follando por tres jodidos años.

Rayan se quedó en estado vegetativo y después soltó una carcajada que hizo que Daria se estremeciera.

—¿Todo esto es por los celos que sientes de Azura? —Rayan comenzó a acercarse a ella—. O porque sabes que no soy ni seré exclusivo de nadie.

—Todo esto es por ella.

Rayan pasa su mano detrás de su nuca y enredando sus dedos en su cabello, ejerce fuerza y la acerca a su rostro.

—No la metas en esto, Azura no tiene nada que ver con que sea un hijo de puta con todas las zorras, incluyéndote cariño, ella es como mi hermana menor, pero si lo quieres saber de mi boca, sí —escupe Rayan con furia—. Puedo y soy un maldito cabrón con todas las mujeres, pero para ella siempre seré su puto príncipe de armadura plateada, su jodido caballero, su amigo, su confidente, su hermano, siempre voy a estar para ella cuando me necesite, y seré lo que ella necesite.

—A las hermanas no se les desea como tú la deseas a ella —Daria replicó con un tono de desesperación, perdiendo un poco la paciencia.

Mierda.

Rayan la liberó de su agarre y la aventó sobre la cama, con el ceño fruncido se quitó la playera oscura que traía puesta, lo que hizo que las comisuras de los labios de Daria se elevaran en dirección al cielo, remojándose con la lengua y saboreando su triunfo.

—Uno de estos días voy a estrangularte por ser tan perra —los ojos de Rayan se dilatan con furia al pensar en Azura desnuda, en la misma posición en la que se encontraba Daria, abierta de piernas, esperando a recibirlo todo de él.

Tenía razón, la deseaba, pero no iba a permitir que su pene disparara en aquella dirección, ella era todo su mundo, su puto corazón, y si intentaba algo con ella solo la embarraría de mierda, Azura no era como las zorras con las que siempre follaba, ella era buena, un ángel, la chica que veía películas de romance y lloraba porque el maricón del protagonista no pudo luchar por su coño, la chica que se enamora hasta perder la cabeza y pide siempre más de lo que se le puede dar.

No, ella merecía un buen chico, uno que la llevara a jodidas citas, que le invitara un puto helado y pensara en ella por las noches para después masturbarse, aunque siendo honestos, cada que pensaba en otro, queriendo meter su polla en ella, le entraban ganas de incendiar toda la ciudad y matar al cabrón desconocido que solo vivía en su imaginación. Azura merecía alguien mejor que él y que todos, pero al mismo tiempo no la quería con nadie, estaba jodido hasta la médula.

Permitió que estuviera con su primo porque de esa manera la mantendría vigilada y fuera del mercado de ligues. Algo macabro para ser solo amigos.

—¿Y bien, vas a hacer algo con eso o solo te quedarás a charlar conmigo? —habla Daria con veneno en sus palabras, dirigiendo su mirada hacia su pene.

Rayan la mira y su polla se endurece, eso era ella para él, una muñeca Barbie con la que follaba cuando quería jugar, y cuando terminaba echaba su culo a un lado.

—No me provoques, nena.

Rayan la agarró por el pelo, tirando bruscamente su cabeza hacia atrás, estaba cansado de su coño, poco a poco perdía interés en ella, solo la soportaba por hacerle un favor y porque su boca hacía una buena combinación con su pene. ¿Se creía importante para él? Estaba olvidando cuál era su lugar.

—Soy tu novia, deberías tratarme con respeto, Rayan —dice y él casi siente lo ridículo que sonaban aquellas palabras en su boca.

—Yo no tengo novias, no tengo tiempo para esas mierdas cursis —escupió Rayan, el brazo de Daria dejó su cintura tratando de agarrar su mano que se enredó en su cabello—. ¿Por qué no te preocupas por ti misma, recuerdas con quién estás hablando y te dedicas a solo abrir las piernas? Eso es lo único para lo que eres buena.

Rayan la apartó haciendo que cayera en el suelo nuevamente, se colocó la playera de nuevo, y sus ojos repararon en cómo Daria se vestía con la poca dignidad que le quedaba.

—Sigues siendo mío —musitó Daria con una falsa sonrisa.

—No soy de nadie, muñeca.

—¿Por qué tienes que ser tan imbécil?

Rayan entrecerró los ojos, chasqueó los dedos apuntando hacia cualquier lugar, solo era un imbécil con el mundo, eso no era extraño, solo no es una sorpresa que después de aventarle toda esa mierda sobre Azura y él, no quiera su coño cerca de su polla, ¿por qué diablos trataría de sacar esa mierda sobre su relación con Azura, en estos momentos?

—Si sabes lo que es bueno para ti, vas a salir de mi vista ahora, y dejarás de decir estupideces de Azura, sabes que ella es intocable, y no la deseo, solo la protejo, ella es mi hermana pequeña, tal vez no compartimos el mismo ADN, pero es lo que es y punto —Rayan la desafió y su voz sonó como un maldito martillo—. ¿Entendido?

Daria frunció el ceño mientras puso sus ojos en blanco, algo dentro de ella se contrajo como un espasmo, pero no dijo nada, lo amaba, y por eso lo soportaba, aún tenía la ligera esperanza de poder llegar a conquistar su blindado corazón, solo tenía un obstáculo, y ese era su mejor amiga. Estaba segura que, pese a escupir a todo el mundo que era como su hermanita, se masturbaba por las noches pensando en ella. Rayan deseaba lo que no podía tener.

—Bien —asintió ella—. Te quedas sin tu mamada del viernes por la noche, por lo menos Azura pasará un buen momento hoy.

Eso llamó la atención de Rayan, quien, como si se tratara de un demonio, la fulminó con la mirada y sus fosas nasales comenzaron a dilatarse.

—¿Qué quieres decir con eso? —carraspeó.

—Oh, ¿acaso no lo sabías? —Daria fingió sorpresa—. Pensé que tu hermanita pequeña te lo contaba todo.

Y así era, Azura le confesaba todo, no había secreto que ella tuviera y que él no supiera, era su confidente, su cómplice, su puto amo.

—No estoy para juegos, habla —el grito hizo que Daria diera un respingo.

—Nada, pues que hoy es la noche, Eithan me contó todo, no olvides que es mi amigo y...

—¡¿Qué puta noche?! —estalló Rayan—. ¡Habla, maldita sea, o juro que te arranco la lengua y no podrás lamer mi glande nunca más!

El enfado de Rayan iba subiendo a niveles inimaginables.

—¡No me grites, hijo de puta! —Daria se dirigió a la puerta y tocando la perilla de la puerta se giró—. Que, en estos precisos momentos, tu amada princesita perderá su flor, debe estar follando por primera vez con Eithan en alguna de las habitaciones.

Y diciendo esto, cerró dando un portazo.

A Rayan le costó unos segundos tratar de procesar lo que acababa de escuchar, Azura, su pequeña amiga, de curvas del demonio, de cabello largo y castaño claro que caía cobre sus pechos con ondas como cascadas, de ojos avellana y labios carnosos, de pecho y trasero firme, estaba en esos momentos debajo del cuerpo de su primo Eithan, abierta de piernas, gimiendo un nombre que no debía, dejando entrar en ella a un chico que no la merecía, la misma que lo obligaba de niños a comer sus estúpidos pasteles de lodo, de sonrisa sexy y mirada tierna...

—¡Y una mierda!

Salió de la habitación como vendaval, no iba a dejar que su primo la corrompiera y la llevara a la cama, no, ella merecía mucho más. De lo único que estaba seguro era de que lo iba a asesinar, le cortaría el cuello si se atrevió a poner una sola mano en su cuerpo de manera indecente. Comenzó a abrir las puertas de cada puta habitación de su casa, buscándola, la gente se hacía a un lado cuando él pasaba, la música de pronto le pareció ser un enorme taladro empecinado a romper su cráneo.

¿En dónde estaba su princesa?

Cuando menos se dio cuenta, solo faltaba una habitación, la suya.

—Joder, eres hombre muerto.

Abriendo de un empujón la gastada puerta de madera, con un enorme letrero de advertencia y dispuesto a patear traseros, sus botas cayeron como plomo contra el suelo, las luces estaban a bajo nivel, pero pudo divisar que Eithan estaba sin camisa y con solo unos bóxeres, encima del cuerpo semidesnudo de Azura. Sus ojos reparan en la mano de su amigo debajo de la fina tela de las bragas oscuras que seguramente vienen de Victoria's Secret, y entonces sucede, todo lo ve rojo.

—Lamentaré tu muerte, primito —Rayan sonríe.

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Sus labios rozaron su cuello y ella gimió mientras el placer que sus labios provocaban se hundía entre sus piernas.

—Tu nombre —exhaló él—. Tu verdadero nombre.

—¿Por qué es importante? —preguntó ella, revelando por primera vez que su corazonada era correcta.

Él se rió contra su clavícula.

—Para saber qué nombre gritar cuando vuelva a entrar en ti.


Genevieve pierde una apuesta que no puede pagar. Como compromiso, acepta convencer a cualquier hombre que su oponente elija para que se vaya a casa con ella esa noche. Lo que no se da cuenta cuando el amigo de su hermana señala al hombre taciturno sentado solo en el bar, es que ese hombre no se conformará con solo una noche con ella. No, Matteo Accardi, Don de una de las pandillas más grandes de la ciudad de Nueva York, no hace encuentros de una sola noche. No con ella, de todos modos.
Le Di una Bofetada a Mi Prometido—Luego Me Casé con su Némesis Multimillonario

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Ser el segundo mejor está prácticamente en mi ADN. Mi hermana recibió el amor, la atención, el protagonismo. Y ahora, incluso su maldito prometido.

Técnicamente, Rhys Granger era mi prometido ahora—millonario, increíblemente atractivo y un sueño húmedo de Wall Street. Mis padres me empujaron hacia el compromiso después de que Catherine desapareciera, y honestamente? No me importó. Había estado enamorada de Rhys durante años. Esta era mi oportunidad, ¿verdad? ¿Mi turno de ser la elegida?

Error.

Una noche, me abofeteó. Por una taza. Una estúpida, rota y fea taza que mi hermana le dio hace años. Fue entonces cuando me di cuenta—él no me amaba. Ni siquiera me veía. Solo era un reemplazo cálido para la mujer que realmente quería. Y aparentemente, ni siquiera valía tanto como una taza de café glorificada.

Así que lo abofeteé de vuelta, lo dejé y me preparé para el desastre—mis padres perdiendo la cabeza, Rhys teniendo una rabieta de millonario, su aterradora familia planeando mi prematura desaparición.

Obviamente, necesitaba alcohol. Mucho alcohol.

Entra él.

Alto, peligroso, injustamente atractivo. El tipo de hombre que te hace querer pecar solo por existir. Lo había conocido solo una vez antes, y esa noche, él simplemente estaba en el mismo bar que mi yo borracha y compadeciéndose de sí misma. Así que hice lo único lógico: lo arrastré a una habitación de hotel y le arranqué la ropa.

Fue imprudente. Fue estúpido. Fue completamente desaconsejado.

Pero también fue: El. Mejor. Sexo. De. Mi. Vida.

Y, como resultó, la mejor decisión que había tomado.

Porque mi aventura de una noche no es solo un tipo cualquiera. Es más rico que Rhys, más poderoso que toda mi familia, y definitivamente más peligroso de lo que debería estar jugando.

Y ahora, él no me va a dejar ir.
La Pequeña Pareja de Alfa Nicholas

La Pequeña Pareja de Alfa Nicholas

348.2k Vistas · En curso · Becky j
—¡El compañero está aquí!
¿Qué? No—espera… oh Diosa Luna, no.
Por favor, dime que estás bromeando, Lex.
Pero no lo está. Puedo sentir su emoción burbujeando bajo mi piel, mientras que todo lo que siento es pavor.
Doblamos la esquina y el aroma me golpea como un puñetazo en el pecho—canela y algo increíblemente cálido. Mis ojos recorren la habitación hasta que se posan en él. Alto. Imponente. Hermoso.
Y luego, tan rápido como… me ve.
Su expresión se tuerce.
—Joder, no.
Se da vuelta—y corre.
Mi compañero me ve y corre.

Bonnie ha pasado toda su vida siendo destruida y abusada por las personas más cercanas a ella, incluida su propia hermana gemela. Junto a su mejor amiga Lilly, que también vive una vida de infierno, planean escapar mientras asisten al baile más grande del año que está siendo organizado por otra manada, solo que las cosas no salen como planeaban, dejando a ambas chicas sintiéndose perdidas e inseguras sobre su futuro.

El Alfa Nicholas tiene 28 años, sin compañera, y no tiene planes de cambiar eso. Este año le toca organizar el Baile Anual de la Luna Azul y lo último que espera es encontrar a su compañera. Lo que espera aún menos es que su compañera sea 10 años menor que él y cómo su cuerpo reacciona ante ella. Mientras intenta negarse a reconocer que ha encontrado a su compañera, su mundo se pone patas arriba después de que los guardias atrapan a dos lobas corriendo por sus tierras.

Una vez que las traen ante él, se encuentra nuevamente frente a su compañera y descubre que ella esconde secretos que lo harán querer matar a más de una persona.
¿Podrá superar sus sentimientos hacia tener una compañera y una que es tan joven? ¿Su compañera lo querrá después de sentir el dolor de su rechazo no oficial? ¿Podrán ambos trabajar en dejar atrás el pasado y avanzar juntos o tendrá el destino otros planes y los mantendrá separados?