Arrojada a la guarida del licántropo
1.1k Vistas · En curso · Eiya Daime
—Bueno, ¿tienes algo que decir? —me preguntó un hombre fornido y musculoso mientras se sentaba frente a mí, ambos desnudos y medio sumergidos en esta gran tina de agua.
—No te preocupes, no te morder...
—No te preocupes, no te morder...